CPLATAM El coronavirus o covid-19 en África Por Mohamed Bendriss Alami


Anàlisis

Dimensión global de la pandemia

Una de las particularidades de la pandemia —denominada coronavirus o covid-19— es su comportamiento ‘democrático’. Considérese que el virus se ha expandido a todos los países sin importar que sean ricos y avanzados o pobres y menos desarrollados. La gestión de la crisis —qué hacen los países y los gobiernos— es otro asunto. Transcurridas varias semanas de la aparición del virus y su propagación en China, el pasado diciembre (2019), los países africanos recibieron en cascadas descendentes —desde el norte hacia el sur— las primeras evidencias del virus, poderoso y devastador, con las consecuentes crisis sanitarias y la alteración de la normalidad.

La propagación del virus se vio facilitada por las condiciones que brinda el mundo globalizado. Las grandes potencias han visto sus economías sometidas a severos desafíos. Hoy los países enfrentan interrogantes sobre la eficacia y la solidez de sus instituciones y Estados de derecho, pero también enormes retos económicos y sociales. Millones de personas han perdido sus trabajos y no cuentan con una protección social consistente. Los derechos humanos —la dignidad humana— se han visto sacudidos y vulnerados en muchos países, tanto en economías abiertas y democracias sólidas, como en sistemas autoritarios o dictatoriales y economías controladas.

Los países de Europa y de las Américas han mostrado que no estaban preparados para dar respuestas efectivas a la crisis sanitaria. Sus economías han sufrido trastornos, bloqueos y grandes pérdidas por la coyuntura que impuso la pandemia. Ha habido una tremenda inmovilidad en los medios de transporte, pero también en los proyectos de deslocalización industrial que han dejado de funcionar a falta de mano de obra barata, sumisa y poco sindicalizada.

La crisis causada por el covid-19 es en apariencia sanitaria, pero sus consecuencias desbordan el ámbito de la salud y también son económicas, sociales, políticas, culturales e incluso filosóficas. Se ha generado un gran debate, dando pie a múltiples teorías, hipótesis, confusiones y contradicciones. Circulan acusaciones de todo tipo. De la incertidumbre a la desconfianza. Nótese que la Organización Mundial de la Salud (OMS) hoy por hoy se ha visto desacreditada por la que se estima como falta de respuesta oportuna, así como una previa alineación con China.

La propagación del coronavirus en África

El continente africano fue el último en registrar casos de contagio por covid-19. Argelia tuvo el primer caso registrado el 17 de febrero, seguido de Egipto, el 22 del mismo mes. Los contagios fueron importados desde Europa que a su vez los importó desde China.

Al nivel del Magreb Árabe y utilizando los datos confirmados, Argelia tiene el mayor número de casos (10.810) y de fallecimientos (751) al 13 de junio (2020). Marruecos registró su primer caso (importado de Italia) el 3 de marzo y al 13 de junio acumulaba 8.734 contagios y 212 fallecimientos. Mauritania registró el primer caso (importado) el 14 de marzo y en la fecha referida acumulaba 1.682 casos y 83 fallecimientos. En cuanto a Túnez, el número de casos registrados alcanza los 1094, es el país que presenta cifras de contagios comparativamente más bajas en la región del Magreb y también de fallecidos (49), tomando la misma fecha de referencia (13 de junio)[1].

A pesar de que persiste un gran temor en la OMS respecto a la capacidad de gestión de la pandemia, por parte de los países africanos, los datos de la Unión Africana correspondientes al 13 de junio disipan parcialmente el temor o plantean, más bien, las particularidades del continente. En términos globales el continente registró hasta ahora 226.034 casos, de estos hubo 6.070 personas fallecidas y 103. 323 ya se recuperaron. Aunque también existe la probabilidad de que estas cifras no representen la realidad en sentido cabal por diferentes factores que exceden el marco del análisis. De todas formas, pueden considerarse las deficiencias de los sistemas sanitarios en la mayoría de países subsaharianos o las reducidas capacidades de los gobiernos para implementar de manera eficiente una estrategia de confinamiento y distanciamiento social efectivo. Hay que añadir que varios países del continente africano se encuentran en situación de guerra, muchos no controlan la totalidad de sus territorios, otros tienen buena parte de su población en desplazamiento voluntario o forzado, dentro o fuera del país.

La situación política en África se caracteriza por múltiples conflictos, guerras y acciones de grupos terroristas como el Estado Islámico de África Occidental (Boko Haram) o Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) que operan en el Sahel y en el Sahara. Súmense los grupos mafiosos que se dedican al comercio de drogas y armas, así como a la emigración ilegal y clandestina. Todo esto indica que hay zonas y espacios del continente que no están bajo el control efectivo de los gobiernos y, por consiguiente, no hay datos totales confiables respecto al alcance real de la pandemia.

En diferentes países del África Subsahariana hay parte de la población que todavía hace uso de la medicina tradicional para tratar todas las enfermedades. Entre la población africana muchos tienen dudas en cuanto a la veracidad de la pandemia, piensan incluso que es un invento colonialista dirigido en contra de los africanos. Lo anterior —habida cuenta del índice de letalidad en el mundo a causa de la pandemia— carece de fundamento. El escepticismo africano, sin embargo, no solo se da frente al coronavirus, también se percibe en la valoración —el relajamiento y la falta de interés— que otorgan muchos ciudadanos respecto a la utilidad de vacunar a niños y mujeres para prevenir diferentes enfermedades.

En los países de África Central y del Oeste el número de casos no es muy elevado, tampoco el de los fallecimientos. Nigeria, el país más poblado y el más próspero, económicamente hablando, registró, en la misma fecha de referencia, 15.682 casos y 407 fallecidos, seguido de Camerún, país vecino, con 8.681 casos y 212 fallecidos, siendo Angola el país que registró menos casos de contagios (138) y de fallecidos (6). En Sudáfrica, la primera economía del continente, el número de casos registrados en la misma fecha de referencia es de 65.736, casi un tercio de los casos registrados en todo el continente, con 1423 fallecidos. En África Austral los menos afectados han sido Lesoto (4 casos) y Namibia (32 casos), seguidos de Botsuana (60 casos). Parecería que hasta ahora los países más industrializados del África subsahariana y austral también han sido lo más afectados y propensos al contagio del covid-19. Lo anterior podría tener una explicación relacionada con la falta de protocolos en las actividades industriales donde quizá no se mantiene la distancia social —entre individuos— en los lugares de trabajo.

En África del Este y el Cuerno de África, Sudán tiene la primera posición con 7.007 casos de contagios registrados y 447 fallecidos, según datos del 14 de junio, seguido de Yibuti con 4.449 casos y 41 fallecidos, Kenia alcanza los 3.457 casos y los 100 fallecidos en esa fecha de referencia. Los menos afectados han sido Eritrea (65 casos) y Burundi (85 casos). Cabe señalar que en estos países la presencia de China es notable, también lo es en Etiopia, país que registró 3.166 casos y 55 fallecidos para el periodo referenciado.

La gestión de la crisis en Marruecos

En lo que respecta a la dimensión local de la pandemia, es de señalar que Marruecos se anticipó a los contagios. Antes de registrar casos de coronavirus en su territorio tomó varias decisiones, algunas orientadas a privilegiar la protección social antes que el sector económico.

La primera acción del Rey Mohamed VI fue repatriar a los estudiantes marroquíes que se encontraban en China, le siguió el cierre de fronteras, en concertación con España y con otros países amigos y vecinos. Otras medidas que tomaron las autoridades marroquíes permitieron que unos cinco mil reos fueran liberados de diferentes prisiones, con el propósito de evitar la propagación del virus en las cárceles del país.

Para seguir la evolución de la coyuntura económica se creó, el 11 de marzo, el Comité de Vigilia Económica (CVE). El CVE tiene la responsabilidad de hacer seguimiento riguroso a la evolución de la situación económica, a nivel local (Marruecos), pero también global. El CVE debe brindar información oportuna para la toma de decisiones y para la implementación de las medidas necesarias en aras de blindar la economía marroquí, particularmente las pequeñas y las medianas empresas. Otras tareas que son competencia del CVE tienen que ver con la elaboración de reglas y de mecanismos que permitan brindar asistencia a las familias vulnerables —un 40% de empleos del sector informal— que se han visto muy afectadas por el confinamiento. En cuanto al financiamiento de estas iniciativas para paliar la coyuntura, es de precisar que se creó un fondo especial para hacer frente a la pandemia. Los recursos del fondo provienen de aportes del sector público y privado, así como de las donaciones voluntarias de la población, incluida una donación generosa del Rey. Mohamed VI fue el primer donante.

La sociedad marroquí ha mostrado cierta madurez y sentido de responsabilidad, a nivel colectivo e individual, en el acatamiento de las medidas y disposiciones para la gestión de la pandemia. A partir de los primeros casos confirmados de covid-19, el 3 de marzo, el gobierno declaró el Estado de emergencia sanitaria en el país y puso en marcha medidas de control sanitario, confinamiento y distanciamiento social. Todo ello en el marco de una extensa campaña para movilizar a la sociedad y promover la educación sanitaria, instando a las buenas prácticas de salubridad que permitan protegerse y evitar el contagio. Se suspendieron las oraciones en los lugares de culto para todas las confesiones y durante el mes del Ramadán, conocido por la gran movilidad de la población, el gobierno decretó un estricto confinamiento durante todo el mes.

En paralelo a los esfuerzos de prevención, el gobierno ha fortalecido y reforzado su capacidad logística y operativa, acondicionó la infraestructura sanitaria, creó hospitales militares de campaña y ha ido corrigiendo deficiencias en los hospitales existentes, también ha promovido o impulsado la creciente industria nacional textil orientada a la fabricación de mascarillas que ya se exportan a diferentes países de Europa[2]. En el proceso productivo se han involucrado las universidades nacionales y los centros de investigación técnica, para la fabricación de ciertos instrumentos básicos que se demandan en el contexto actual (respiradores, termómetros electrónicos, productos químicos para la asepsia e higiene, viseras de protección facial y otros equipos y material médico). Las autoridades sanitarias del país, en conformidad con las instrucciones del Monarca, decidieron revisar todos los medicamentos fabricados en el país, sobre todo aquellos que han sido incluidos en el protocolo de tratamiento para el covid-19 por parte del Comité Científico Nacional de Salud. Con el cierre de las instituciones educativas y de las oficinas de la administración, así como de los organismos públicos y privados, las actividades educativas y administrativas han demandado y potenciado un mayor uso de las tecnologías y de la inteligencia artificial.

En términos generales y también comparativos podría decirse que la gestión de la crisis por parte de las instituciones y de las autoridades del país ha sido notable, eficiente y destacada. Lo anterior se hace extensible al cuerpo de seguridad (con todos sus componentes), ya que ha sabido desplegar un gran esfuerzo sobre todo el territorio nacional, asegurándose de que las medidas y disposiciones se cumplen de manera efectiva. También hay que destacar la adhesión y el respaldo sin precedentes, por parte de la población, a las diferentes medidas tomadas por las autoridades. No obstante, con el cierre de fronteras hubo miles de marroquíes que quedaron atrapados en el exterior y que no pudieron retornar al país. Esta situación ha resultado dolorosa, ha impuesto penalidades a los ciudadanos que no han retornado y ha generado críticas y manifestaciones de preocupación, tanto de los ciudadanos como de los distintos funcionarios y representantes de los partidos políticos. De todas formas, puesta en perspectiva esta situación, el caso de Marruecos no es único. Diferentes países enfrentan las mismas reclamaciones, críticas y dificultades para repatriar a sus ciudadanos. Lo que sí podría sugerirse, a diferencia de otros países, es que la Cancillería marroquí hace lo posible por gestionar el retorno gradual y ordenado de diferentes grupos de marroquíes procedentes de destinos diversos.


La ayuda médica marroquí destinada a la Comisión de la Unión Africana fue recibida en el Aeropuerto Internacional de Bole en Adís Abeba por la Comisionada de Asuntos Sociales de la Comisión de la Unión Africana, Amira El Fadil, y el embajador representante permanente del Reino de Marruecos ante la UA y la CEA-ONU, Mohamed Arrouchi.
Marruecos: un liderazgo solidario en el continente frente a una preocupación común

En el marco de la iniciativa lanzada por el Rey Mohamed VI, el pasado 13 de abril, con la idea de compartir experiencias y buenas prácticas entre los diferentes países africanos, Marruecos aportó recientemente asistencia humanitaria a 15 países africanos con el objetivo de establecer una plataforma operacional capaz de acompañar los esfuerzos de los países africanos en las diferentes fases de la pandemia[3]. El conjunto del material médico donado se compone de distintos productos sanitarios de fabricación 100% marroquí que fueron elaborados de conformidad con las normas de la OMS[4]. El material sanitario donado a los países africanos es producto del esfuerzo colectivo de grupos de ingenieros, médicos e industriales, apoyados por bancos e instituciones públicas y privadas marroquíes.

La pandemia del covid-19 ha generado incertidumbre y pérdidas notables a nivel global. En nuestro contexto africano los desafíos son todavía mayores. Rabat ha estado a la altura de las circunstancias. El país asumió un liderazgo solidario en el continente —brindando lo mejor de sí—, este hecho también se constata en el reciente envío de ayudas sanitarias a Adís Abeba, sede de la Unión Africana. Marruecos ha llevado inspiración y esperanza a sus hermanos y socios africanos, la intención y el propósito son claros: avanzar en ese esfuerzo sostenido y de largo aliento que precisa África para su desarrollo y para garantizar condiciones de vida dignas a sus ciudadanos.

Últimamente Rabat ha mostrado su intención de albergar el Centro Africano para el Control y la Prevención de Enfermedades similar a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos. El proyecto tendría un coste de unos 80 millones de dólares y, desde ya, Estados Unidos apoya la iniciativa marroquí.

Notas

[1] Datos de la Agencia Francesa de Prensa (AFP) y de la Universidad Johns Hopkins (JHU) —Center for Systems Science and Engineering (CSSE). Coronavirus Resource Center—.

[2] Las mascarillas se exportan a España, Francia, Italia y Alemania.

[3] Los 15 países africanos que se han beneficiado de la asistencia humanitaria procedente de Marruecos se ubican en todas las subregiones del continente, a saber: Senegal, Burkina FasoCamerúnComoras, Congo, Esuatini, GuineaGuinea Bisaau, Malaui, Mauritania, República Democrática del Congo, Níger, Tanzania, Chad y Zambia.

[4] Las ayudas sanitarias hechas en Marruecos y destinadas a los países africanos, a saber: ocho millones de mascarillas; 900.000 viseras (pantallas de protección facial); 600.000 gorros quirúrgicos; 60.000 blusas sanitarias; 30.000 litros de gel hidro-alcohólico; 75.000 cajas de cloroquina (fármaco); y, 15.000 de cajas de azitromicina (antibiótico).

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