En la mayoría de los países no existen estadísticas sobre violencia
machista, así que es difícil saber la evolución de este drama social.
Lo
que sí han dejado claro las investigaciones de organizaciones sociales
es que las cifras son abrumadoras: una mujer asesinada cada 31 horas en
Argentina, 15 cada día en Brasil, 2.000 al año en México. Como también
son terribles la brutalidad de muchos casos: golpeada hasta la muerte,
acuchillada, degollada, troceada, torturada o violada; y el hecho de que
las parejas, ex parejas y familiares de las víctimas sean los culpables
en la mayoría de los casos. Las latinoamericanas han impuesto el
término “feminicidio” para subrayar que se mata a las mujeres sólo por
el hecho de serlo; son crímenes en que hombres las matan simplemente
porque se creen superiores y con el derecho de decidir sobre sus vidas. Ofrecemos
aquí una panorámica de la situación del feminicidio en algunos países
de América Latina y las medidas que los Estados están tomando para
erradicarla.
Brasil
El pasado marzo, la mandataria, Dilma Rousseff, firmó un proyecto de
ley que tipifica el feminicidio y que, entre otras cosas, impedirá que
los hombres declarados culpables de un asesinato machista puedan ser
liberados a través del pago de una fianza. Pese a los avances legales,
la situación para las mujeres en Brasil sigue siendo crítica: 15 mujeres
mueren cada día sólo por ser mujeres, según expresó la propia presidenta. Rousseff subrayó además que la violencia machista atraviesa todas las clases sociales.
En 2006, se sancionó la Ley Maria da Penha, que aumentaba el rigor de
las penas por agresiones machistas en el ambiente doméstico o familiar.
El nombre de la ley homenajeó a Maria da Penha Maia Fernandes,
convertida en emblema de la lucha contra la violencia machista después
de que su marido intentara asesinarla en dos ocasiones; uno de esos
intentos la dejó en silla de ruedas. Él fue condenado a ocho años de
cárcel, pero terminó cumpliendo apenas dos. Fue en aquel momento que los
legisladores se decidieron a sancionar una ley histórica, pues creaba
un marco jurídico para la prevención y punición de la violencia
machista. Ese marco jurídico ha avanzado con la tipificación del
feminicidio.
Los colectivos de mujeres saben, sin embargo, que la batalla contra
la violencia patriarcal debe darse en lugares variopintos y cotidianos:
por ejemplo, en los últimos meses han ganado visibilidad los diversos tipos de abuso
y acoso sexual al que las mujeres se ven sometidas en el transporte
público. Una encuesta elaborada por la ONG Action Aid en cuatro estados
del país reveló que el 44% de las mujeres afirman haber sufrido acoso sexual en el metro o el autobús.
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