Feminicidio en América Latina Nazaret Castr (Esglobal). Hoy Brasil



Un niño con una pancarta durante la manifestación de 'Ni una Menos' celebrada en abril 2015 en Buenos Aires (Argentina). (Eitan Abramovich/AFP/Getty Images)
Un niño con una pancarta durante la manifestación de ‘Ni una Menos’ celebrada en junio 2015 en Buenos Aires (Argentina). (Eitan Abramovich/AFP/Getty Images)
En la mayoría de los países no existen estadísticas sobre violencia machista, así que es difícil saber la evolución de este drama social.
 Una mujer en una manifestación contra la violencia machista en Sao Paulo, Brasil. (Yasuyoshi Chiba/AFP/Getty Images)
Lo que sí han dejado claro las investigaciones de organizaciones sociales es que las cifras son abrumadoras: una mujer asesinada cada 31 horas en Argentina, 15 cada día en Brasil, 2.000 al año en México. Como también son terribles la brutalidad de muchos casos: golpeada hasta la muerte, acuchillada, degollada, troceada, torturada o violada; y el hecho de que las parejas, ex parejas y familiares de las víctimas sean los culpables en la mayoría de los casos. Las latinoamericanas han impuesto el término “feminicidio” para subrayar que se mata a las mujeres sólo por el hecho de serlo; son crímenes en que hombres las matan simplemente porque se creen superiores y con el derecho de decidir sobre sus vidas. Ofrecemos aquí una panorámica de la situación del feminicidio en algunos países de América Latina y las medidas que los Estados están tomando para erradicarla.

Brasil
El pasado marzo, la mandataria, Dilma Rousseff, firmó un proyecto de ley que tipifica el feminicidio y que, entre otras cosas, impedirá que los hombres declarados culpables de un asesinato machista puedan ser liberados a través del pago de una fianza. Pese a los avances legales, la situación para las mujeres en Brasil sigue siendo crítica: 15 mujeres mueren cada día sólo por ser mujeres, según expresó la propia presidenta. Rousseff subrayó además que la violencia machista atraviesa todas las clases sociales.
En 2006, se sancionó la Ley Maria da Penha, que aumentaba el rigor de las penas por agresiones machistas en el ambiente doméstico o familiar. El nombre de la ley homenajeó a Maria da Penha Maia Fernandes, convertida en emblema de la lucha contra la violencia machista después de que su marido intentara asesinarla en dos ocasiones; uno de esos intentos la dejó en silla de ruedas. Él fue condenado a ocho años de cárcel, pero terminó cumpliendo apenas dos. Fue en aquel momento que los legisladores se decidieron a sancionar una ley histórica, pues creaba un marco jurídico para la prevención y punición de la violencia machista. Ese marco jurídico ha avanzado con la tipificación del feminicidio.
Los colectivos de mujeres saben, sin embargo, que la batalla contra la violencia patriarcal debe darse en lugares variopintos y cotidianos: por ejemplo, en los últimos meses han ganado visibilidad los diversos tipos de abuso y acoso sexual al que las mujeres se ven sometidas en el transporte público. Una encuesta elaborada por la ONG Action Aid en cuatro estados del país reveló que el 44% de las mujeres afirman haber sufrido acoso sexual en el metro o el autobús.

Comentarios