CON OCASIÓN DEL 11-M:
DEL PRÓLOGO DEL “11-M: MADRID 1425” DE SAID JEDIDI
BOUJEMAA AL ABKARI
En la actualidad, la cultura marroquí vive un conflicto
múltiple en sus propias entrañas, lo que ha contribuido a la aparición de una
pluralidad compleja de posiciones, actitudes y discursos contradictorios y
paradójicos. En definitiva, esa diversidad de pensamiento si, por un lado, ha sido valorada como práctica democrática,
por otro, ha sido explotada por alguna tendencia para alterar y afectar directamente los componentes fundamentales de
la identidad marroquí, entendida como lengua, religión, cultura y sistema de
valores que reúnen y hermanan a los marroquíes. El reto a que se han visto
enfrentados nuestros intelectuales-pensadores-creadores es, precisamente, cómo
armonizar culturalmente lo que se puede armonizar en esa pluralidad antagónica
de discursos y posturas. Muchos de los
intelectuales libres y demócratas han constituido una especie de “frente
popular” contra el pensamiento extremista y excluyente declarando la “guerra al
terrorismo” local, a su manera,
indagando el malestar profundo de nuestra sociedad y tratando de
efectuar una aproximación global a este fenómeno que no es sólo religioso, sino
también político, económico, social y cultural.
La novela de Said
Jedidi se enmarca en esta perspectiva ideológica, haciendo ecos implícitamente de
gran número de los males de la sociedad marroquí que ambiciona injertarse en un verdadero proceso de
modernidad, pero las fuerzas obscurantistas resisten y se oponen cruelmente a
todo cambio o evolución en este sentido. La movilización de los intelectuales
ha sido decisiva contra toda corriente que intente instaurar en nuestra
sociedad la cultura del odio, de violencia –violencia de género nuevo- y de la
anacrónica “militancia yihadista” de los “Kamikazes”.
Éste es el contexto general que forma el trasfondo y
nutre el fondo de la novela de Jedidi. Por eso, la temática de
la novela se revela rica y variada. Su gestación parece ser condicionada por lo
que debía ser una crónica del periodista-novelista, corresponsal de la RTM en Madrid, acerca de lo
que sucedió en aquel 11 de marzo de 2004, pero el gran impacto del
acontecimiento sobre el novelista y bajo la gran conmoción ante lo abominable
del acto trágico, le salió la obra como una bala y alcanzó plenamente el
blanco.
Ante todo, el título
merece alguna lectura aunque sea descriptiva. A primera vista, se observa que
está compuesto de letras y cifras: 11-M: MADRID 1425. Empieza por un número y
termina por otro, en el centro un “espacio” en letras mayúsculas. De hecho, el
título encierra, en una especie de síntesis
antitética, elementos
espacio-temporales: MADRID, capital española que alude al mundo europeo
cristiano, asociada al año 1425, año de la hégira –y no gregoriano, el
2004- que remite, a su vez, al mundo
musulmán. El 11-M (el 11 de
marzo), con que comienza el título, son siglas muy usadas en el léxico
periodístico -como el 11-S (el 11 de
septiembre de 2001)-, que señalan un acontecimiento concreto, crucial en la historia española
moderna y sus futuras consecuencias y deducciones. Entonces, el título es
provocador, porque suscita varias preguntas ¿Existe una relación entre Madrid y
1425? ¿Por qué el novelista asocia este espacio-tiempo? ¿Qué relación guarda
11-M con 1425? Y, al fin y al cabo, ¿cuál es la intencionalidad de la
titulación?
Todos estos componentes
enmarcan la titulación de la novela dentro de una estrategia simbólica bien
definida cuyo objetivo es adelantar al lector potencial una idea del tema
principal del texto narrativo. El título parece falsamente asociar lo
inasociable. Precisamente, ahí, radica en gran parte su curiosidad.
Luego, viene un
subtítulo, especie de cita sin referencias precisas, “Era algo así como la
génesis atormentada de su destino” tan enigmático como sugestivo que presagia
la desgracia de “alguien”. Estos elementos que brinda el título al lector
potencial son suficientes para despertar su curiosidad y avivar su ansia para
leer el libro.
Entre los paratextos de
la obra se destacan dos, relativamente largos, que guardan un estrecho lazo con
las relaciones entre Marruecos y España: una “Nota” y un “Epílogo”.
Temporalmente, la “Nota” se refiere a 2004 y el “Epílogo”, a 2003. El orden
cronológico es un poco curioso, porque frecuentemente el epílogo aporta nuevos
detalles para una comprensión cabal del
texto leído (la novela propiamente dicha) y facilita algunas llaves para
aclarar el desenlace. Para Jedidi, el “Epílogo” le evoca,
de una cierta manera, la “Nota”, de ahí surge la meta última de la
paratextualidad de la novela:
complementariedad y dialéctica.
En efecto, Jedidi empieza su novela por un paratexto
que denomina “Nota del autor”. La nota en sí es un procedimiento técnico
clásico en la novela tradicional, casi siempre es breve y aporta al lector una
precisión o explicación. Sin embargo, la “Nota del autor” al 11-M: MADRID 1425 se
presenta un poco larga, explicativa, sí,
pero algo distinta. Es una especie de artículo de opinión bajo forma de
crónica o de reportaje periodístico. Un artículo como los que suele escribir
Jedidi el periodista. En esta nota aparecen varios nombres, Said Jedidi, Mohamed Chakor, dos eminentes periodistas
hispanistas marroquíes, Ángel Acebes, Ministro del Interior de aquel gobierno
del Partido Popular, pocos días antes de su caída, Luís José Fernández Ordóñez,
alias Yusuf Fernández, asturiano, converso al Islam en 1989, portavoz de la Federación Española
de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI) y otros nombres, como Abdelkader, Immad Madani, el universitario, los jóvenes inmigrantes y el
viejo imán-predicador de la
mezquita de Lavapiés, de interés y
relieve más bien narrativos que testimoniales. Asimismo, se destaca Madrid y,
precisamente Lavapiés, el periférico barrio donde se amontona un gran número de
inmigrantes –especialmente musulmanes-, como escenario particular.
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