Pero los dos con certeza sabemos qué frente al espejo son tonos caramelo tabaco.
Pero será casualidad que de madrugada anhelo como poseída abrir la ventana, casi asfixiada necesitar contemplar el mar?
Finalmente me di cuenta que requería de la existencia del agua, para así saborear el reflexionamiento del porqué, toda la noche, aún dormida tenía que fumar.
Era el fuego de tú discreta mirada, salvajemente disimulado con tu elegancia… Dios… qué bien se te da saber estar.
Quiero que me enseñes el arte de poder evaporarme con el humo, para no tener qué esconderme bajo unas gafas o una cortina tubo.
Quiero aprender a controlar mis impulsos, es decir aliviar esa constante , incansable necesidad de domar esa ansiedad.
Qué esa sustancia enfermiza y mortal tan nuestra me provoca. Primero cuando empieza a rozarme la boca y después se adentra sutilmente en mi paladar. Suplicando y rogando que esa sensación nunca en mí deje de palpitar.
Por eso llama de mis infiernos, quiero dejar de fumar, para volverme inmune a tu esencia de mi marca de nicotina. No me quiero como animal en mi propio ser enjaular, me niego a mí piel arañar .. quiero saber retirarme cómo una dama sin las ansias de quererte besar. Por eso quiero dejar de fumar.
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