LA ETICA Y EL ENTORNO SOCIAL Elias D. Galati.


Tribuna

Pensemos por un instante en un grupo de científicos realizando una investigación en un país subtropical, que de pronto es trasladado para continuarla al centro del África Ecuatorial, a Groenlandia o al Ártico.

Evidentemente influirá en ellos el entorno natural, no sólo el clima tórrido o el clima gélido, sino también la condición de vivir todos los días con un calor agobiando o congelados, y como salir y relacionarse con el clima y la naturaleza.

 Ahora pensemos en un grupo de personas con valores auténticos y con una conducta adecuada a los mismos viviendo en un entorno social mafioso, no sólo los tradicionales, sino  en casi todas las comunidades humanas, en las cuales hay que adornar a los funcionarios, pagarle a los punteros o adherirse a ideologías y manifestaciones partidarias para percibir ayuda.

Donde las prebendas son permanentes y donde llegar a la política es sinónimo de llenarse los bolsillos.

¿Influye el entorno natural y el entorno social en el comportamiento? Si, es indudable.

La persona estará más cómoda en un lugar donde haya transparencia y honestidad.

Pero cuando la conducta moral del entorno social esta reñida con la ética, no podrá sentirse cómoda.

¿Hasta donde influye?

Porque la ética, no sólo es una disciplina filosófica que indica cuales son los valores que deben primar en la conducta humana, sino que es también una forma de vida.

Hay una incidencia evidente sobre la ética personal, en éstas situaciones; la cuestión es hasta dónde llega.

Cuál es el límite y si dicha incidencia provoca un cambio no sólo en la conducta de los individuos sino también en su pensamiento en relación a la ética.

La cuestión es si es posible vivir comportándose con valores éticos en una sociedad perversa.

La segunda cuestión es que hacer, como compatibilizar la vida personal y social, y como tratar de cambiar el entorno social.

Hay una interacción entre el entorno social y el individuo.

El comportamiento del entorno social, incide sobre cada uno de nosotros, y nuestra conducta y forma de ser incide en la sociedad.

La incidencia es siempre mucho mayor desde el entorno social, pero en la historia humana hay numerosos ejemplos de comportamientos personales que han cambiado el decurso de las cosas y hasta los paradigmas vigentes.

La influencia del individuo sobre el entorno social está sujeta a situaciones que escapan al control personal, pero que cada uno de nosotros puede entender, observar, sacar conclusiones y hacer proyecciones.

Hay comunidades proclives a unos conceptos de índole moral y otras que mantienen una actitud y un comportamiento más laxo.

En general hoy en día, las sociedades prefieren adecuarse a conceptos ideológicos, económicos, técnicos y pragmáticos.

La ética está señalada por la moral individual que indica el comportamiento correcto o incorrecto de la persona en relación a su contexto, pero se puede entender también una ética social que es la conducta apropiada de las personas como un todo, es decir un comportamiento colectivo.

La ética social surge de la experiencia colectiva de un individuo y su relación con las demás personas y con la cultura con la que interactúa durante su vida.

Pero al ser la percepción de cada persona diferente, y las creencias que comparten las culturas distintas, es difícil señalar un concepto absoluto de ética social.

Existen normas y conductas a las cuales las personas deben adaptarse a fin de lograr un acuerdo social.

Dichas normas están contenidas en leyes, principios, valores, compilados en un cuerpo orgánico a los que la sociedad accede.

Piénsese en los Diez Mandamientos y la influencia de los mismos en el pueblo de Israel, y su acatamiento.

Como proceda el entorno depende de tradiciones, normas, valores, principios y situaciones fácticas del momento.

Ese proceder insta al individuo, pero también es el individuo el que puede a traves de su trascendencia y de la validez y moralidad de sus principios incidir sobre la sociedad en la que vive.

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