Un amigo español. Excelente
periodista salvo cuando pretende ser experto del Magreb, se me quejaba hace
unos instantes del comportamiento de la prensa y de “gran parte de la sociedad marroquí
respecto a España”.
Yo no sé lo que ha leído mi
amigo ni lo que ha escuchado durante sus conversaciones con los actores de la
sociedad civil marroquí, especialmente (que es su vocación y su única afición en
Marruecos) las asociaciones de Derechos Humanos y dentro de ellos las secciones
reservadas a las “violaciones de derechos humanos en el Sahara”.
Es su derecho aunque se
abstiene a responder cuando le pregunto que si en España, existe alguna asociación
con especial énfasis en las violaciones de los derechos humanos en el país Vasco,
Cataluña, Andalucía, Canarias, Galicia etc.…
Es legitimo aunque mi amigo
es incapaz de comentar cuando le recuerdo que no existe una sola ciudad o
localidad de España donde no hay una asociación o colectivo hostil a Marruecos
y a su integridad territorial. Lo que no es el caso de Marruecos en cuyas
ciudades y localidades sería inimaginable encontrar una asociación, por más ínfima
que fuera, de solidaridad con los pueblos de España y con las organizaciones
separatistas de algunas como ETA.
¿Utópico?
No lo creo. Aquí en
Marruecos existen decenas de publicación de todo género político, cultural,
literario, deportivo etc. en español pero que hablan de Marruecos y las cosas
de Marruecos. Lo que resulta para mi amigo, inaceptable, casi irracional
porque, en español debe defender a España y cuando menos, servir de vehículo
para explicar sus cosas.
Somos marroquíes, defendemos
a nuestro país y servimos o por lo menos tratamos de servir de vehículo y
enlace entre los dos países y entre los dos pueblos, independientemente de la
morofobia de muchos y de los estereotipos, clichés e ideas preconcebidas que
vegetan en el seno de la sociedad civil española.
Pero hablamos y estamos dispuestos
a hablar y, sobre todo a escuchar.
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