Curiosamente, los líderes de la inmensa mayoría de los
partidos políticos nacionales creen, unos por ser grandes y fuertes en las
urnas que representan a la abrumadora mayoría de los marroquíes y otros, menos “conquistadores”
de escaños o de votos (que no es igual) que son los ídolos de muchos…muchísimos
marroquíes.
Las matemáticas son explicitas al respecto. El resto sería
pérdida de tiempo. La inmensa mayoría de los marroquíes es silenciosa y que
puede ir, tanto por un lado como a otro. Todo depende de la actuación, del
cumplimiento de las promesas electorales y el interés, respeto y consideración
que se acuerde al ciudadano.
Afortunadamente, aquí en Marruecos, como en el resto
del mundo, las urnas nunca se cierran. Siempre hay elecciones y siempre hay
valoraciones y evaluaciones de políticas y del grado de realización de lo que
se ha prometido.
De hecho, nunca es difícil valorar la manera de actuar
de un partido o de un gobierno que dirige, de donde es imperativo un constante
sobresalto de conciencia y de honestidad moral y ciudadana.
Y es que es exactamente igual dar un voto que lamentar
haberlo dado más tarde. Esta segunda consideración constituye el pero voto y la
peor afiliación política.
Ahora vamos a tener gobierno que una de sus
principales prioridades debería ser atraer a la mayoría de los marroquíes que
no votan a sentir cierta atracción por la política, mortalmente mancillada
durante los últimos años… porque las políticas no se hacen solo en los comités ejecutivos
o políticos o instancias superiores de los partidos.
¡Digo yo!
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