No solo
nosotros, los marroquíes, sino todos los sensatos del mundo y los que aun tiene
cierto sentido común se preguntan ¿En qué puede incomodar la visita de un Jefe
de Estado de un país independiente y soberano a otro Estado independiente y soberano?
Difícil de responder.
De hecho, nadie busca responder porque Argelia tiene otra concepción de las
cosas y otra forma de ver e interpretar el derecho internacional, la buena vecindad
africana y las relaciones internacionales.
Pero, su autosugestión
ha alcanzado proporciones alarmantes. Ahora resulta que, su alucinación le
ensombrece todas las realidades, olvidando, por un instante que defiende a capa
y espada lo contrario, reconoce implícita y explícitamente la marroquinidad de
las poblaciones de los campamentos de Tinduf, tomando a un país de dimensión de
Marruecos en la escena mundial, por su doméstico polisarista al que dirige,
orienta y teledirige.
Es más grave
y más profundo:
La irritación
argelina ante la actual gira real por
algunos países africanos encuentra su “justificación” en el hecho de que está
demostrando a los africanos y al mundo que 40 años de ausencia del continente
africano no han mermado la reputación y la estima de Marruecos y sus
mandatarios entre sus pueblos y, lo que es altamente ilustrativo de que por más
que intente sabotearlo, el mundo está descubriendo, gracias a este periplo
real, que Argelia es y seguirá siendo tan insignificante como lo había sido
siempre.
Un constructivo
mensaje a los pueblos del Magreb y muy particularmente a los saharauis en Tinduf.
El calor de
la acogida al rey por donde va, la instauración de una cooperación Sur-sur y
sobre todo la alternativa a la ideología del cachondeo, prometen restaurar la
verdad y la justicia en África lo que no forma parte justamente de los
proyectos de Argelia ni a corto ni a medio ni a largo plazo.
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