“Israel hace todo su posible para que
haya ningún choque entre sus fuerzas terrestres y aéreas y las de Rusia en
Siria”. Palabras del primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu destinadas a
tranquilizar a Rusia.
Más que tranquilizar, el reconocimiento
del premier sionista de apoya a los grupos terroristas en Siria, han suscitado
una ola de indignación y de asombro incluso dentro de Israel. ¿Qué hace Tel
Aviv en Siria? O lo que es igual? Con quién combarte y en contra de quién?
Esta es la respuesta:
Hace un par de día un misil disparado
desde un navío de guerra ruso en el Mediterráneo destruyó una mesa de
operaciones en el norte de Siria en la que murieron 20 oficiales israelíes, 4
americanos, 7 saudíes, 2 qataríes y otros 2 turcos.
Esta vez la pregunta es otra, porque
toda esta gente nunca oculta su apoyo al terrorismo. La pregunta esta vez es: ¿Cómo
con tantos países, tantas armas, tantos dólares y tanta voluntad de matar y de destruir
no se ha logrado derrocar al régimen sirio?
Esta vez no hay respuesta. Lo cierto es
que debajo de las barbas del nombre de “Dios” y de falsas predicaciones se
oculta, junto al dólar y al rial saudí, el shekel israelí y las armas de todos.
Actúan en nombre de un sionismo,
imperialismo y reacción envueltos en un islam que cada vez convence menos. El
islam es inocente de esta lacra al servicio de la impostura y de, justamente
odio al islam y a los musulmanes.
Rusia tenia cierta responsabilidad en
todo esto. Moscú nunca se ha atrevido a revelar las pruebas que posee y que ha
obtenido en Siria sobre la implicación de Israel, Turquía, estados Unidos,
Francia, Reino Unido y algunos países del Golfo como la procedencia de armas,
un manual de instrucciones terroristas impreso en Turquía, vías de robo y venta
de petróleo en Turquía y grabaciones de conversaciones entre Riqqa y Moussoul y
Riad, Ankara y Tel Aviv.
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