Con la incursión turca en gran
parte del norte de Siria, la crisis en este país (y en el del agresor) inaugura
fase y etapa.
Daesh y todos los terrorismos globales pasan al segundo plano. Ankara
tenía preparada esta agresión antes de su crisis con Rusia. Una vez solucionada ésta crisis y una
vez depurados los que en el ejercito se oponían a este tipo de agresiones,
Erdogan estimo que el momento era oportuno.
Nadie en el ejército podría oponerse a riesgo de que se le acusara de
golpista y las voces del derecho y la razón
todos son “golpistas” y detenidas.
Erdogan se había equivocado con Israel, luego con Rusia y desde hace tiempo con Egipto, Siria y
prácticamente todo el mundo árabe y vuelve a equivocarse con su ofensiva en
Siria, a menos que sea un escenario exhaustivamente preparado en estrechas
cooperación y coordinación con Rusia y
con Estados Unidos.
¿A cambio de qué?
Estados Unidos ofrece a los kurdos. Rusia aparte de Siria y todo en
nombre de una paz dudosa.
En Damasco se confía, cada vez menos en Rusia y sus dirigentes. Ni el
momento ni la circunstancia ni la coyuntura son para los sentimientos ol
repasos de lo que se ha hecho por este o aquél o lo que se ha dejado de hacer
por ellos.
Rusia vuelve a estar entre la pared y la espada. Con Irán no se puede
ir jugando de esta forma: con un pie aquí, otro allá. La situación en Siria
promete sorpresas de gran calibre. El problema ha dejado de ser Bachar el Assad
para enmarcarse en una óptica más global. Es decir ¿Quién en Siria podría aceptar
la traición rusa?
Las próximas semanas se encargaran de responder. Por ahora Wait and see…
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