Tratando de imitara los demàs, nos hemos
perdido hasta lo propio. El creador de la sociología, Ibn Khaldun lo dijo hace
tiempo: “Oriente es Oriente y Occidente es Occidente y no coincidirán “.
En efecto, en los países democráticos, a los que, recordémoslo en voz alta y en mayúscula y a
juzgar por la unánime actitud de nuestros políticos en esta fase pre-electoral,
no pertenecemos ni lo vamos a hacer dentro de poco a pesar de nuestras enormes
y reconocidas competencias y talentos, los valores morales son un todo indivisible. De ninguna forma puedes ni
debes coger lo que te conviene y rechazar lo que puede saciar tu apetito y tu autosugestión.
Mo compañero Raissouni escribía hace unos instantes:
“En todos los aspectos de la vida moderna, inclusive la política somos
unos aprendices. Por eso, no veo más solución a nuestros problemas que ver como
se hace en los países que pasaron sus experiencias antes que nosotros y que nos
avanzan en muchos dominios. Al fin y al cabo son las mismas leyes sociales,
políticas y económicas que rigen el mundo en la mayoría de los países. Veamos
por ejemplo, como se hizo en España, Italia, Portugal...Nunca es malo preguntar
a los demás o aprender de ellos y obrar en consecuencia. No debemos quedarnos inertes
como unos tontos. A trabajar…”.
Efectivamente. No obstante, la
pregunta es: ¿Con qué potencial humano?
¿Con una elite y un liderazgo político y económico total e inmoralmente
prefabrica do?
Dos preguntas, la segunda como respuesta a la primera, en espera de
respuestas a las dos.
Mokhtar El Gharbi lo decía ayer en esta misma página: “seguiremos
opinando objetivamente mientras nos queda tinta (teclas)”.
Y yo le repito a mi amigo Mokhtar y Raissouni: Podemos mentir a los demás, no a sí mismo. Es decir: a este ritmo, si el voto y las elecciones sirvieran a algo los prohibirían.
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