En su discurso inaugural, el
presidente mauritano y en ejercicio de la Cumbre árabe, Mohamed Abdelaziz dijo
que “Palestina sigue siendo la primera causa para la nación árabe”… o de lo que
queda de ella. Eso lo decimos nosotros.
Nada es más dudoso… y pruebas
cabales y concluyentes no faltan. Bastaría leer parte de la prensa israelí en
el sentido de “hipócritas esfuerzos con vistas a normalizar las relaciones con
la entidad sionista” de muchos para aportar el más categórico mentís a esta
retorica preconcebida que se ha quedado en estado de leit motiv árabe.
Además de palestina y las puñaladas
en la espalda, para la Liga árabe o los que la mueven, la primera causa de la nación
consiste en derrocar al régimen sirio.
Desde dentro del mundo árabe mejor
no escuchar nada y menos aun repetir algo.
Desde fuera hay ideas y hay votos.
En su mensaje a esta Cumbre árabe,
el presiden te ruso, Vladimir Poutine, al que se ha propuesto miles de millones
de dólares y privilegios pos-Assad en Siria y en Oriente Medio, lo ha dicho en
pocas palabras: “para combatir el terrorismo, se debe encontrar soluciones a
las crisis de Siria, Libia, Irak y el Yemen”. Lo que, para algunos mandatarios árabes
no corresponde a sus “estrategias” porque ellos solo quieren derribar el
régimen sirio. Para ellos el problema terrorista es absoluta e
incongruentemente secundario.
O sea: que tienen prisas. Primero Egipto,
recientemente Turquía y ahora la Liga árabe. Un golpe, una intentona y una devaluación
mortal, consecuencia todos de la prosecución de la crisis siria y lo que, de no
solucionar de manera justa y equitativa, estas crisis, aún falta por ver y
vivir en muchos otros países árabes.
Tienen prisas porque nadie hubiera
imaginado lo de Morsi ni lo de Erdogan. Las arenas movedizas sirias van a llevar
a más regímenes de la región, hasta encontrar la milagrosa ecuación y el
anhelado paradigma.
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