JUAN BERNARDO GUILLÉN: PELUQUERO DE PROFESIÓN, PERIODISTA DE AFICIÓN Texto y foto: Mokhtar Gharbi.- Tánger

Esta entrevista ha sido realizada por el periodista marroquí Mokhtar Gharbi con la fecha de 29 de enero de 2009.
El entrevistado ya no ejerce su profesión, pero si sigue con su afición.
Actualmente se encuentra en la residencia del antiguo hospital español de Tánger, Marruecos.





En un lugar céntrico de la ciudad de Tánger, justo debajo de Casa de España, se ubica un pequeño local que es a la vez, peluquería y domicilio, donde su dueño, Juan Bernardo Guillén, ejerce su profesión de peluquero. Su local es único, lo mismo que su personalidad, en él ejerce de peluquero, artesano y escritor. 

En un pequeño salón situado junto a la silla de la peluquería, se encuentra una biblioteca de contenidos interesantes, libros, revistas, periódicos y carpetas repletas de documentos, así como varios cuadros de madera colgados uno junto a otro, hechos por la propia mano de Juan. 

“Soy de una humilde familia de Málaga, nací en Tánger el 11 de julio de 1921, de pequeño tenía que aprender algún oficio para ayudar a mi familia después del fallecimiento de mi padre, lo que no me dejó tiempo para continuar mis estudios, sólo estuve ocho años estudiando en la escuela, cuatro años en un colegio español y otros cuatro en una escuela francesa, porque mi padre consideraba una pérdida de tiempo que estuviera aprendiendo en mi propia lengua”, cuenta Juan, que conserva la nacionalidad española. 

A los doce años, Juan dejó la escuela y se dedicó a hacer trabajos artesanos de madera como afición y a la peluquería como profesión: “Siempre me ha gustado la artesanía, empecé en el zoco chico, en la calle Correos cuando Tánger era internacional, cuando estaba en una peluquería de un hebreo; trabajé muchos años con hebreos. Un día vino el hermano de un dueño de otra peluquería que se puso enfermo a buscarme para que me encargara de su peluquería, pero le dije que no porque sabía que tenía mala fama”, recuerda.

Juan decidió quedarse en esta peluquería durante varios años hasta que, después de pasar por varias manos, el dueño le hizo encargado de la misma.
Tánger, como ciudad internacional, estaba llena de gentes de varias nacionalidades y su puerto era el pulmón por donde respiraba la ciudad. Iban y venían muchos barcos de pesca y mercancías. Juan entabló amistad con buena parte de las tripulaciones. Entonces había aquí una flota de pesca numerosa procedente de todas partes de España, mayoritariamente de Andalucía. Sus patrones y marineros venían aquí a la peluquería a arreglarse”. 

La vitrina de la peluquería estaba llena de castillos antiguos hechos en madera por él mismo, que atraían a la clientela, según cuenta. “Mi afición se transformó en un negocio rentable. Hacía castillos que les gustaba a la gente y me los compraban y también me encargaban otros trabajos a partir de fotografía y dibujos”. Los marineros que acudían a su negocio, que eran muchos, les pedían que hiciera maquetas de sus barcos. “Me entusiasmé hasta el punto de que dejé los castillos y me dediqué a los barcos. Además, conocía a capitanes y marineros que me invitaban a salir con ellos”.

Juan recuerda como en los años 40 y 50, hasta la Independencia, en 1956, había en Tánger más españoles que marroquíes y el campo de petanca que estaba donde ahora se encuentra el Café de Clarich, frente a la Casa de España, en pleno centro de la ciudad. Cuenta que nació y vivió en la calle Sevilla en un patio y un barrio repleto de españoles, frente a la Catedral de Tánger. 

“Lo que lamento que no pude aprender y hablar el árabe porque había una gran colonia española aquí en Tánger y todos hablaban español, así no tenia suficientes ocasiones de hablar el árabe como debía ser, sin embargo, cuando han cambiado las cosas y Marruecos recobró la independencia y Tánger ya no es internacional, mis hijos que nacieron aquí hablan perfectamente el árabe”. 

De los cuatro hijos que tenía, uno falleció, otra vive en Tánger y trabaja en el Instituto Español de Secundaria Severo Ochoa y su marido en el Colegio Español Ramón y Cajal; otra hija vive en Francia y otro hijo en España, que les visitan “de vez en cuando”.
Además de peluquero y aficionado a la carpintería, Juan es un gran amante del periodismo. Vivió acontecimientos importantes que seguía muy de cerca, como la Guerra Civil española, la Segunda Guerra Mundial, la ocupación española del norte de Marruecos y la ocupación de la zona sur por parte de Francia.
“Igual que empecé con los castillos y los barcos, un día me decidí a escribir para expresar lo que pensaba tocando temas diferentes… política, crítica e historia entre otros, que firmaba con mi propio nombre asumiendo toda responsabilidad. Publiqué mi primer artículo en ‘Le Journal de Tanger’, que tiene más de cien años de existencia, y ahora sigo escribiendo en el semanario tangerino La Dêpeche”. 

Con la edad de 88 años, Juan publica sus artículos con su nombre completo pero con una fotografía de hace más de 40 años para no ser reconocido para que nadie más le moleste. “Una vez publiqué un artículo sobre un dictador que mató mucha gente en Yugoslavia, la mayoría de ellos eran musulmanes. Después de eso, vino una persona a mi peluquería, cuando terminé de afeitarle empezó a insultarme basándose en el contenido de mi articulo y se fue sin pagarme, después volvió y me arrojó la cuenta”.

En otra ocasión, cuenta, escribió sobre Ceuta y Melilla y dijo que se encuentran en África: “Vino una persona de Ceuta y me amenazó”. Entonces, decidió ahorrarse estos problemas: “No soy capaz de afrontarlos” y, por ello, pensó que no debería publicar su foto para que no le reconozcan tal y como está ahora.
Hay dos asuntos que preocupan a Juan de manera especial: la pérdida del estatuto internacional de Tánger y de la lengua española en el norte de Marruecos. “A mi juicio, tras la Independencia de Marruecos se cometió la equivocación respecto al régimen internacional de Tánger que era de libre comercio. Había una inmensa riqueza en Tánger, que Marruecos podría haber aprovechado a fondo; por lo menos, había más de 50 bancos internacionales repletos de dinero de todo el mundo, mucho más mayor que en Suiza”. 

El difunto Rey de Marruecos, Mohamed V, había dictado una carta para que Tánger siguiera con su régimen internacional durante seis meses, tras los que Marruecos integró la ciudad en el régimen nacional. Para Juan esto fue un error porque “se perdió la riqueza que había, todo el capital se fue por falta de confianza, lo que ocasionó una gran crisis en la ciudad de Tánger”. En su opinión, Tánger debería haber sido declarada “territorio autónomo perteneciente a la soberanía de Estado marroquí, con un gobierno local bajo la autoridad nacional y con los privilegios de zona franca y así se hubiera solucionado el problema de la internacionalidad”.

En la actualidad, Juan reconoce que con Mohamed VI, Tánger empieza a despertar y a recobrar parte de su protagonismo y esplendor, que perdió sobremanera durante el reinado de Hassan II, afirma.

Por otra parte, lamenta la disolución del español en el norte de Marruecos. “El norte como era Protectorado español debería conservar la influencia de la lengua española, pero lo que ocurrió es que el sur invadió el norte con la lengua francesa, y así a lengua de Cervantes perdió terreno en Tánger en particular y en el norte de Marruecos en general”. 

En cuanto a las relaciones entre España y Marruecos, defiende la creación de un documento que beneficie a los marroquíes del norte y a los españoles del sur, los andaluces, para que los dos puedan disfrutar de los mismos derechos con una doble nacionalidad. En este sentido, Juan se pregunta: ¿Por qué los residentes de Tánger no se benefician del mismo trato que los residentes de Tetuán en el asunto de entrar a Ceuta sólo con el pasaporte sin visado? 

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