La investigación comienza después
del ataque terrorista perpetrado por dos hombres en una iglesia de
Sant-Etienne-du Rouvray, reivindicado por Daesh. Según los peineros elementos
de esta investigación de las fuerzas del orden galas, uno de los asaltantes,
Adel K. era conocido de los servicios de policía.
Elemental, querido Watson…
Francia y Alemania… ¿Por qué, justamente ellos y no otros?
Sencillamente porque son los dos países
que más terroristas han “exportado” a Siria y, para justificación, a Irak. Pero
ahora no quieren enterarse de que su
Daesh está en el final del ciclo: que si no hace más que perder terreno en los
campos de batalla, solo le queda lo que, no es fácil de controlar. Es decir:
recurrir a sus células durmientes por todo el mundo y más exactamente en los países
a donde fue predestinado: Siria e Irak y en parte Libia y hasta Egipto y Túnez.
Rusia lo advirtió siempre a través de
muchos canales. Moscú sabia que el cierre de la frontera turca, la drástica disminución
de la llegada de “voluntarios”, la pérdida de fe y de ilusión en lo que debía ser
un “Estado pro videncia para los desesperados del mundo musulmán”, la desertificación
de algunas fuentes de financiación o sus dificultades en hacer llegar su “ayuda”
a Daesh así como las derrotas militares “in
situ” se traducirían en esto: atentados suicidas.
Daesh o lo que de él quedará se convertiría
en esto: en una bomba-reloj ambulante.
Por ello sus patrocinadores o los
que son dianas de su crimen, se limitan a investigar lo superfluo para no
revelar su complicidad y su responsabilidad en la creación, crecimiento, desarrollo y teledetección de esta lacra en
todo el mundo.
El peor crimen de los diseñadores de
Daesh y demás grupos terroristas “moderados” consiste en que ahora, gracias a ellos todos
debemos acostumbrarnos a la… MUERTE.
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