En nuestra crónica poco después de los cobardes
atentados en el aeropuerto internacional de Estambul-Ataturk ayer dijimos, en
base a un testimonio ocular que el balance inicial era desmesuradamente
optimista y que podía ser dramáticamente peor.
Así fue… desgraciadamente. El testimonio acertó: ya son 41 muertos y más
de 236 heridos, de ellos algunos de gravedad, lo que significa que hasta este último
balance es fragmentario y provisional.
La envergadura del drama se debe a que los kamikazes, según el
ministro turco de Justicia, abrieron el fuego antes de accionar sus cinturones
explosivos. Toda una cobarde acción contra indefensos viajeros en un
aeropuerto. Total: casi todas las víctimas son musulmanas: 5 saudíes, 2 iraquíes,
un tunecino… etc.
Aquí surge la primera zona de obscuridad: Se han anunciado las
nacionalidades de las victimas pero no lo que hacían en aquél aeropuerto, sobre
todo los saudíes, los iraquíes y el tunecino. Eran, segun fuentes oficiales turcas 3 terroristas, dos de los cuales extranjeros y el tercero turco.
Moralmente, probablemente no seria el momento de recordarlo, pero
sobre el plano informativo es indispensable para comprender el acontecimiento y
su alcance humano y material.
En efecto, de este aeropuerto ha transitado casi el 90% de los
mercenarios, justamente saudíes, iraquíes, tunecinos, chechenos, marroquíes o
argelinos etc. para llegar a donde estas las hordas terroristas de Daesh en
Siria y en Irak.
En todo caso aún es prematuro (en este tipo de sucesos, en Turquía
siempre es prematuro saber) formar una idea exacta o aproximativa de lo que
paso anoche en el aeropuerto de Estambul-Ataturk.
Mostrémonos pacientes, que todo acabará por esclarecerse.
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