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“Yabiladi”, “Al Battar” un órgano de prensa próximo a Daesh, publica la lista
de los salafitas marroquíes a matar e insta a sus fieles en Marruecos a
hacerlo. Entre ellos el llamado “Estado islámico” incluye en su lista a Mohamed El Fizazi,
Hassan Kettani, Omar Haddouchi, Abu Hafs y Abdelkrim Chedali.
Éstos y demás salafitas marroquíes
no ocultan su hostilidad hacia Daesh y se niegan a reconocer su seudo “califato”.
Uno de los “condenados a muerte” por la nebulosa terrorista, Abdelkrim Chadli
se ha incorporado incluso en el 2015 a un
movimiento político marroquí: Movimiento democrático y social (MDS).
Todos estos jeques del salafismo marroquí comparten dos puntos esenciales:
condenas a prolongadas penas de cárcel por implicación directa o indirecta en
los atentados del 16 de mayo del 2003 en Casablanca y la liberación por sucesivas
gracias reales.
Estas incitaciones al
asesinato de un soporte de propaganda del “EI” no sorprenden. “Yabiladi” escribe
al respecto que “los salafitas marroquíes se han negado siempre a ben decir o a
dar cobertura religiosa a las acciones de Daesh, ya sea en la escena sirio-iraquí,
en Europa como en el resto del mundo”. Más aun declaran abiertamente su
hostilidad al conjunto del proyecto del seudo califato de la organización terrorista,
advirtiendo a los jóvenes marroquíes y del mundo contra la tentación de incorporarse
a la nebulosa terrorista.
Estas posiciones se acompañan,
a menudo, por signos que atestan la proximidad
de los salafiotas con la monarquía marroquí, lo que no resulta del
agrado de los verdugos de Daesh.
Desde el 2003, ninguno de los
que figuran en la lista de “Al Batar” ha
contestado el emirato de los creyentes (del rey Mohamed VI). Mejor aún, el 28
de marzo del 2014 en una mezquita de Tánger, El Fizazi había dirigido una oración
solemne del viernes ante el rey Mohamed VI. Por su parte Abou Hafs tomo
netamente distancia con los islamistas para acercarse más a los modernistas de
la asociación Bayt Al Hikma. En cuanto a Haddouchi, había declinado una propuesta de Daesh para ocupar
un alto cargo en su “sistema judicial”.
A raíz de la incitación de “Al
Batar”, Abou Hafs ha invitado a los servicios de seguridad a hacer frente a “esta
abyecta ofensiva”. La misma invitación ha sido dirigida al “conjunto de las
instancias de la sociedad civil”.
Estamos, no cabe duda, ante
uno de lo que podrían ser los modelos para contrarrestar la acción terrorista
de Daesh y otros grupos terroristas y, de paso, explicar la vía y el camino a
los jóvenes marroquíes y no marroquíes que podrían sentir la tentación de
incorporarse a estas bandas criminales.
No obstante, la valentía moral
y religiosa de estos jeques del salafismo marroquí, auténticos símbolos del
islamismo de toda índole no ha sido nunca capitalizada en la lucha contra el
terrorismo ni por la prensa y en gran parte, tampoco por la sociedad civil.
Podría tratarse,
efectivamente de una respuesta en voz alta y categorice a los chiukhs de los países
del Golfo y de otros países islámicos que,
por su temor o su afinidad con estos grupos terroristas, constituyen con
sus ideas, sus visiones, sus conferencias o sus escritos, un auténtico impulso a los grupos terroristas
y una razón “religiosa” para estimular a los jóvenes musulmanes a adoptar la
via terrorista.
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