Un tal Abu Moussab (seudónimo), ex policía
de Daesh, desertado y llegado a Europa con las oleadas de los refugiados sirios
revela en el segundo número de “Sang Froid” la nueva revista trimestral
dedicada a la justicia, la investigación
y a lo polar el doble juego de Turquía en la guerra contra Siria.
Ex economista, próximo a los hermanos musulmanes, el
hombre se ha involucrado muy temprano en las acciones terroristas contra el
estado sirio en el seno de la milicia de Ahrar Ash-Sham: “El campo de formación
estaba en Turquía, más concretamente en Akçakale. Los turcos que nos han
adoptado, cuenta el ex policía de Daesh, proporcionaban la logística a los
combatientes. Había dos campamentos: el llamado
Charia’a para la educación religiosa y el campamento Sabre para
entrenamiento militar”.
La confesión del ex torturador del llamado “Estado islámico”
es, a la vez, inquietante y comprometedora. Por un lado demuestra como un Estado (Turquía) en
flagrante violación del derecho
internacional y todas las reglas, usos y costumbres de la vecindad entre países,
se dedica a obras de desestabilización de su vecino sirio, país independiente,
soberano y miembro de la ONU y la existencia en su territorio de campamentos
como el revelado por su ex huésped terrorista, llamado Charia’a dedicado a la educación
religiosa al estilo de Daesh en los territorios que ocupa en Irak y en Siria. Y
para añadidura, lo que representa todo
esto para esta alianza y distensión turco-israelí y su vocación terrorista.
De hecho, se trata de una gota en un océano de crímenes,
de conspiraciones y de empresas de desestabilización de Estados que no hace más
que comenzar a llegar al conocimiento general.
En Fellouja recientemente y actualmente en otros
territorios liberados o por liberar en Irak y Siria como por ejemplo en Alepo,
Estados Unidos está en una carrera contra reloj para que no se capturen
cabecillas de Daesh a fin de no revelar algunos secretos bajo forma de crímenes
contra la humanidad
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