El mapa medioriental está conociendo una convulsión
que podría alterar las coordenadas de la actual ecuación. La posible reanudación
de relaciones normales entre Rusia y Turquía por un lado y los cada vez más
evidentes indicios de la intención de Estados Unidos de crear una entidad kurda
en el norte de Siria, sumados a las sucesivas derrotas de Daesh tanto en Irak
como en Siria, constituyen los primeros indicios de esta convulsión bajo forma
de “retorno a lo normal”.
Erdogan parece haberse dado cuenta de su verdadera envergadura y la
verdadera orientación de los intereses vitales de su país.
Estados Unidos lo tienen bien estudiado. Por lo menos así lo revela el
silencio paradójicamente cómplice de Ankara en los actuales esfuerzos
americanos de crear esta entidad kurda, inherente de alterar los imperativos geopolíticos
en la región y de segregar una nueva realidad permeable a todas las tensiones,
que es, aparentemente, lo que busca Washington.
Damasco no comenta… Damasco no reacciona… Damasco no denuncia. De las
dos cosas, una: o bien se debe a su impotencia y es grave o a su confianza en
su estrategia y es menos grave. En ambos casos, la realidad en el terreno es distinta. La lucha entre
Daesh y las tropas de la llamada “Siria democrática” fuertemente apoyada por
estados Unidos y hasta Israel ilustra, por un lado, un elemento suplementario
de tensión en las relaciones entre Tel Aviv y Ankara y una nueva aunque no
confesada ni confesable posición de Turquía respecto a Estados Unidos y su
alianza.
En todo caso casi con seguridad los próximos días o las próximas
semanas podrían aportar inquietantes sorpresas en cuanto a la remodelación de
esta situación compleja pero necesaria
para asestar un golpe de gracia a los esfuerzos de paz en la zona.
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