Desde las 00.OO del pasado día 21, en aplicación del
artículo 69.7 de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General en España, entro
en vigor la prohibición de publicar, difundir o reproducir encuestas
electorales.
Lo
que no significa ni mucho menos que la gente, por iniciativa privada (esfuerzo
de imaginación) o recurso al extranjero donde muchos siguen barajando las
posibilidades de lo que podrían, ser los resultados de la cita electoral de
mañana en España.
Antes
del portazo de los británicos a la Unión europea, el promedio de diversas
estimaciones electorales (dentro de España porque fuera no es lo mismo)
situaban a Unidos Podemos en tanto que segunda fuerza política de España, antes
que el Partido Socialista Obrero español y justo detrás de un partido Popular
con viento (mucho viento) en popa y que igualaría o casi con seguridad mejoraría
sus resultados de diciembre.
No
obstante, el impacto del sismo británico parece considerable sobre las
intenciones de voto, sobre todo de Podemos y del PSOE. Si el primero, además de
perder diputados, podría perder parte de su electorado, convulsionado por la
salida del Reino Unido de la UE y de su efecto sobre España, el segundo podría causar
sensación, cumpliendo lo que llevaba prometiendo: desmentir a los sondeos.
Sin
genero alguno de dudas, el hecho de que el artículo 69.7 de la Ley Orgánica del
Régimen Electoral General priva a muchos de la frescura de unos sondeos que
hubieran podido “reactualizar” las estimaciones y muy probablemente rectificar
las anteriores.
Unos
bajaran, otros subirán. La jornada de reflexión dará mucho que pensar. A quién
por quien y porqué votar a este o aquél.
Nos
quedamos, pues sin el verdadero paisaje (o por lo menos actualizado) en el que
se van a desarrollar los comicios de mañana, pero tanto dentro de España como
fuera de ella, todo el mundo desea que la opción del elector español esté a
nivel de los imperativos del momento en España, en Europa y en el mundo.
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