Una pregunta
para comenzar: ¿En qué situación se encontraría Estados Unidos si tratara de
derrocar un régimen tercermundista y no lo logra?
Los
profanos, como yo, sentirían una fuerte tentación de suponer que lo intentarían
de nuevo hasta lograrlo o consagrarse a derrocar otro régimen que es su deporte
favorito.
En Siria se
ha tratado de todo… Se ha intentado todo… se ha ensayado todo y todo ha
fracasado… pero les queda Daesh y el terrorismo.
En la actual
batalla de Felouya (Irak) los responsables militares iraquíes se quejan del incumplimiento
por la llamada coalición internacional, dirigida por Estados Unidos a atacar
posiciones de la organización terrorista en las comarcas de aquella ciudad,
retrasando, de esta manera, la segunda etapa de la liberación de la gran ciudad
que comenzó hace días.
Casi simultáneamente
un conocido jefe terrorista de los grupos que operan en Siria aterrizaba en
Washington con el debido visado de Estados Unidos.
Problema y solución.
El primero es el mandatario sirio y su régimen. La segunda el control y la teledirección
de los grupos terroristas, auténtica arma de destrucción masiva contra todos
los pueblos libres y que aspiran a la soberanía y a la independencia.
En este
orden de idea, Washington y Moscú llegan y se alejan de un compromiso en la región.
La primera sabe que su supervivencia en tanto que máxima potencia mundial
depende de su capacidad de cambiar los regímenes. La segunda es consciente de
que sin Bachar El Assad no hay Oriente Medio… ruso. Además EE.UU lo quieren
todo para ellos solos.
Sin embargo
Lavrov y Kerry están de acuerdo en no revelar “ciertas” cosas como el viaje del
jefe terrorista a Washington que Rusia lo sabia pero ni lo revelo ni lo denunció.
Juego sucio…
a lo que los rusos están acostumbrados.
Pero el
problema o parte de él escapa a las dos súper potencias. Irán desbarata los
planes y las estrategias y mientras sigan como son muy difícilmente llegar a un
reparto “equitativo” de oriente Medio entre EE.UU y Rusia.
Afortunadamente…
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