Muy relativo, según desde
donde se ve o se evoca. En El Gouta (cercanías de Damasco) las diferentes
facciones terroristas, financiadas por diferente señor, se entrematan desde
hace días. La mediación saudita y turca no dio, hasta ahora ningún resultado.
Total: decenas de muertos de una y otra parte. Los de unos son calificados de mártires
mientras la parte adversa lo rechaza, afirmando que son los suyos los mártires.
Un quebradero de cabeza. ¿Quién
es mártir y quien es víctima? Unos y otros reivindican n el martirio cuando
ambos no son más que victimas.
Unos acusan a otros de
entregar “amplios territorios” al ejército sirio”. Otros reprochan a éstos no
haber combatido cuando era necesario lo que ha dado una ventaja “irrecuperable”
al ejército de Bachar al Assad.
Pero, ¡ironía del destino!
la polémica no es militar ni confesión al,
sino dialéctica: ¿Cómo llamar a los muertos de ambos lados, porque de
negarles el martirio muchos otros abandonarías el campo de batalla.
La fuerte y casi desesperada
intervención de sus padrinos árabes y turcos explica su inquietud de que se
descubre la impostura y que la inmensa mayoría de estos mercenarios venidos
desde los puntos más recónditos del planeta renunciaran al falso “yihad” al
descubrir la amplitud de la impostura y del error en el que han sido
introducidos por aquellos ángeles de la muerte y de la destrucción.
¿Mártires o victimas? La respuesta
adquiere una importancia capital puesto que de la capacidad de los diseñadores
de la comunicación neutros y de los realmente deseosos de luchar contra el
terrorismo, puede haber un decisivo punto de inflexión en la función terrorista
en Siria, Irak y en todo el mundo.
De donde la precipitación de
muchos y su clara y extrema crispación ante la posibilidad de que se acabe la “fiesta”…
su fiesta terrorista.
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