En Damasco, entre los hombres fuertes del régimen, hay cada vez más
voces que advierten contra “las intenciones inconfesadas de Rusia”. Lo de “En
Siria, Rusia defiende a Bachar al Assad, sino combate el terrorismo” parece,
con unos leves retoques, como “En Siria, Rusia no defiende a Bachar al Assad,
sino sus intereses”.
Las mil y una entrevista entre Lavrov y Kerry y la dialéctica, cuando
menos, confusa e incluso dudosa de sus respectivas declaraciones comienzan a
preocupar seriamente a los dirigentes sirios y a sus aliados en la región.
¿Dónde comienzan los intereses rusos en Siria y donde terminan? O todavía
más preciso: ¿Dónde terminan los intereses rusos en Siria y donde comienzan los
americanos?
Los frecuentes encuentros de los dos jefes de diplomacia de Rusia y estados
Unidos no pueden ni deben ilustrar divergencia alguna de puntos de vista, por
lo que cabe preguntarse: ¿En qué están de acuerdo y en qué discrepan.
Con la liquidación de más del 80% de los chechenos de Daesh (los m)s
peligrosos para la seguridad nacional rusa) se puede decir que Rusia ha cumplido
una de sus más puntuales misiones en Siria. El resto es… accesorio.
Ante el carácter eternamente confidencial de más del 95% de sus
conversaciones (el 5% para el consumo local en los dos países y en los países de
la zona en conflicto) no sería fácil responder, pero si, avanzar que podría tratar
de una casi perfecta identidad de puntos de vista en torno a lo esencial, en
espera de encontrar “soluciones” a lo accesorio: convencer a Irán (Rusia) y a Turquía
y Arabia saudita (EE.UU.).
A todas luces no sobre el destino del mandatario sirio, porque es una
de las últimas cuestiones que pueden condicionar un acuerdo ruso-americano en
aquél país y en la región en general.
De donde no sería ninguna exageración ir hablando ya de un eje Moscú-Washington
en Oriente Medio y más exactamente en Siria.
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