EsGlobal Las españolas de Daesh Paola Chamorro, Isabel García



La mujer como emisora y receptora de la propaganda de la organización yihadista.
Una mujer que viste un ‘hijab’ pasa al lado de la Policía española, quienes llevan a cabo una operación en el domicilio de unos presuntos miembros de un grupo islamista radical en la ciudad de Málaga, al sur del país.
Una mujer que viste un ‘hijab’ pasa al lado de agentes de la Policía española, quienes llevan a cabo una operación en el domicilio de unos presuntos miembros de un grupo islamista radical en la ciudad de Málaga, al sur del país.
Desde la autoproclamación del califato en Siria e Irak en junio de 2014 se ha producido una sorprendente fuga de mujeres occidentales hacia los territorios controlados por Daesh. Son, aproximadamente, 550 las mujeres que han decidido abandonar su residencia en países como Inglaterra, Francia, Holanda o Alemania. En España se registra uno de los datos más bajos, el 10% de los 90 desplazados son mujeres, y desde enero de 2014 hasta septiembre de 2015 la policía ha detenido a 13 por intentar integrarse en redes de captación yihadista o haber sido reclutadas.
Su edad, clase social, nivel cultural o razones para viajar varían de unos casos a otros tal y como sucede con el fenómeno en otros países occidentales. No obstante, la participación femenina española en el terrorismo yihadista tiene sus antecedentes en las figuras de Helena Moreno, casada con Mustafá Setmarian y que actualmente reside en Catar, y Raquel Burgos García, conocida como Hanane, y viuda de Amer Azizi.
Estas primeras mujeres y hasta 2012 estaban influenciadas por un familiar varón y, hasta ese momento, las funciones que desempeñaban eran más bien administrativas. Es a partir del recrudecimiento del conflicto sirio en 2013 cuando comienzan a aparecer más casos de mujeres movilizadas, tanto por su entorno familiar como por su captación a través de las redes sociales.
Las españolas son muy activas en la Red y uno de los canales que más éxito está demostrando tener en la difusión de sus mensajes debido a su naturaleza es Twitter y Facebook. Éstas, que se describen en sus perfiles sociales como umm (madre) o bint (hija) seguido del término andalusí o andalusiya, en clara referencia a Al Ándalus comparten sus ideas salafistas, se interpelan de una manera cariñosa, incluso sin conocerse llegando a crear lazos de hermandad. Además, suelen utilizar a leones como foto recurrente de perfil así como la imagen de una mujer portando el niqab.
Se desprenden tres principales mensajes que se asemejan al que se encuentra en otras yihadistas, como el bombardeo que está llevándose a cabo en Siria e Irak por parte de Bashar al Assad o la comunidad internacional, la hermandad que las distingue y al que se ha hecho referencia, así como los actos de discriminación a los que se ven sometidas por sus costumbres. Loubna, la joven ceutí de 21 años que partió a los territorios de Daesh en noviembre de 2014, es una de las españolas con más presencia en Internet, con un perfil bastante parecido al de la escocesa Aqsa Mahmood (Umm Layth), y estuvo en contacto con las ceutíes Chimaa y Rhimou Bghil antes de intentar partir.
También está presente en la propaganda vertida por Daesh una clara alusión al español. Así, Umm ul khams, una joven que asegura encontrarse en Siria, preguntaba por los subtítulos en español de uno de los vídeos difundidos por el grupo. Ponerse en contacto con ellas también es tarea fácil, a través de Kik, una aplicación para móviles que no deja rastro, se puede mantener conversaciones con Shams, una doctora malaya que se encuentra en los territorios controlados por el autodenominado Estado Islámico y que resuelve las dudas de los procedimientos que hay que seguir para llevar a cabo la migración, además, también asegura la presencia de españolas en la zona.

Reclutamiento
Uno de los signos de identidad de los grupos terroristas contemporáneos es su funcionamiento a través de redes. La alta eficiencia y efectividad que este modo de operar ha demostrado hasta la fecha, ha provocado el inmediato traslado de esta técnica al ámbito de Internet y las redes sociales, potenciando el papel de la mujer musulmana como emisora y receptora del mensaje yihadista.
La mayor y más contundente prueba del éxito de este funcionamiento en red son las dificultades con las que, de manera recurrente, tropiezan las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado en la neutralización de esta amenaza. De las numerosas operaciones policiales desarrolladas contra el yihadismo en los dos últimos años en las que se ha detectado la presencia de mujeres pueden extraerse una serie de pautas comunes relativas al funcionamiento de las mismas, especialmente en relación con la labor que ellas desarrollan en las mismas.
Así pues, se destaca en primer lugar, y a pesar de la dificultad de acceso a fuentes primarias de investigación debido al hermetismo en que se desarrollan estas operaciones, y al hecho de que la mayoría de actuaciones judiciales se encuentren bajo secreto de sumario, la existencia de un intenso proceso de radicalización a través de las redes sociales.
Este procedimiento se desarrolla en tres fases fundamentales: una primera de detección de posibles simpatizantes, que se articula sobre la difusión en Facebook o Twitter de mensajes genéricos que perfilan al islam como el único medio de salvación frente a la crisis de valores occidental. Aquellos usuarios que se muestran interesados en la cuestión son redirigidos a foros más específicos. En esta fase, de manera especial, se ha detectado la existencia de material específicamente dirigido al colectivo femenino.
En segundo lugar, este grupo más selecto participa en foros de debate en los que se discute sobre la necesidad de pasar a la acción, sometiendo a los futuros yihadistas a mensajes de contenido violento y material audiovisual sobre adiestramiento y la vida en los territorios controlados por Daesh.
Finalmente, a los usuarios más activos y predispuestos se les facilita el contacto con los miembros más importantes de la organización, o directamente, con un miembro de la misma situado en zona de conflicto para establecer los detalles del viaje, o si no se valora la oportunidad del mismo, se concretan el tipo de acciones que podrían llevarse a cabo en el país de origen.

Captación
Con respecto al análisis de los diferentes estamentos o grupos de actividad en que se constituyen estas organizaciones se encuentran varios niveles. En el más bajo se encuentran los –y las– jóvenes yihadistas,objeto del virulento proceso de radicalización. En un nivel intermedio se encuentran las reclutadoras (mujeres, en las operaciones analizadas), encargadas de la captación activa y adoctrinamiento. En la cúspide de la organización se encuentran los directores, hombres generalmente, encargados de ciertos aspectos organizativos, pero sin función de mayor trascendencia que la de facilitar el contacto con los principales responsables del reclutamiento en los territorios controlados, llevando a cabo en España una labor prácticamente simbólica, depositando la total carga y responsabilidad de la actividad sobre las reclutadoras.
Estos procesos de captación por fases y organización en niveles han sido detectados en la mayor parte de las células y grupos desarticulados durante el último año. Por todo ello, y por el alto nivel de profesionalidad mostrado por estos grupos, conviene reflexionar sobre el papel de las mujeres españolas en estas estructuras, tanto desde el punto de vista activo, como reclutadoras, como pasivo, potenciales receptoras del mensaje.
Por lo que respecta a las mujeres reclutadas, parece claro que ofrecen un perfil altamente atractivo para estas organizaciones, centrándose esfuerzos particulares en la seducción de las mismas para la causayihadista.
Desde la perspectiva de las reclutadoras, su progresiva presencia en redes y células terroristas demuestra cómo, de manera insólita hasta la fecha, se otorga a las mujeres un poder del que históricamente han carecido, dotándoseles de la posibilidad de realización de labores tradicionalmente reservadas a los hombres.
Se debe precisar no obstante que, a pesar de suponer un cambio sustancial en el rol de las mujeres en esta causa, no se traduce en una modificación de su posición social, circunscrita a una actividad realizada desde la intimidad del hogar familiar, frente a los procesos de radicalización externos ejercidos por hombres en sitios públicos como mezquitas o locutorios. Además, no debe perderse de vista que pese a su rol trascendental en estas organizaciones, la labor coordinadora y directiva sigue estando en manos masculinas.
Por tanto, España y la comunidad internacional se encuentra ante un nuevo reto planteado por el terrorismo contemporáneo, que obliga a centrar los esfuerzos analíticos en un actor tradicionalmente obviado, que no obstante irrumpe en este panorama con una eficiencia y contundencia insólitas hasta el momento.

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