La noticia tiene una connotación humorística: la cúpula del Polisario
ha cedido a la presión española devolviendo a la secuestrada durante 5 meses
Maaloma Morales de matos, una súbdita española de 22 años, secuestrada desde
diciembre pasado por las milicias polisaristas cuando visitaba a sus padres en
los campamentos argelinos de Tinduf.
A comienzos de marzo Human Right Watch había solicitado la intervención
del Secretario general de la ONU para pedir durante su gira por la región la liberación
de Maaloma y de otras dos saharauis: Darya Embarek Selma, de 26 años y Najiba
Mohamed Kacem de 24 años.
Aunque nadie lo denuncia en el Parlamento español o fuera de él, las
estimaciones españolas avanzan la cifra de 150 mujeres saharauis secuestradas
en los campamentos para que no vuelvan a España. Pero esto es otro cantar.
Connotación humorística y anecdótica decíamos: Ni son presiones de España
ni fueron fruto del enigmático Ban Ki-moon ni mucho menos respuesta a las
exigencias de Human Right Watch ni siquiera un gesto hacia Jaimito.
No. Es y ha sido, así de simple y así de vergonzoso una maniobra más
de Argelia y de su Polisario que se enmarca en su actual estrategia de cara al
informe del secretario general de la ONU y sobre todo del posterior debate en
el Consejo de seguridad de Naciones Unidas.
O sea. Más claro: un guiño hacia España y su clase política.
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