La
diplomacia y la política exterior en general es/ hija/s del presente y del futuro.
La exageradamente
persistente postura del Ministerio de AAEE/Cooperación sobre el papel y la
crisis que ha provocado el Secretario general de Naciones Unidas es absolutamente
y a todos los niveles y títulos contra-produciente. Lo corrobora cuando menos, la
posición de un gran amigo de Marruecos “miembro del Consejo de seguridad que
tiene la responsabilidad de la formulación y de la presentación del primer
proyecto de resolución que ha introducido elementos de presión, coacción y
debilitamiento y ha obrado contra el espíritu de partenariado que le une al reino de
Marruecos”. Nos debía servir de ejemplo. No. Al contrario, lo utilizamos como
fanfarronada.
Los que nos
han apoyado, sobre todo los países árabes (lo que se debe invertir en la comunicación
hacia España para mostrarle que el cuerpo árabe rechaza todo virus secesionista
polisarista a pesar de la cantinela de “república árabe saharaui…”) lo han
hecho por nuestro inalienable derecho y no porque tuvieran algo contra Ban
Ki-moon.
Punto y… aparte.
Borrón y cuenta nueva
Es verdad
que la pertinencia y la eficacia de la diplomacia real y los esfuerzos de la representación
permanente de Marruecos ante la ONU han podido, casi, diría yo, milagrosamente
restablecer nuestros derechos y mucho más. Pero… ¡Santo Dios! no los
desperdiciemos.
Con el Secretario general de naciones Unidas ha habido un grave
mal entendimiento que el Consejo de seguridad ha rectificado y ha valorado en
su justo valor. ¡Y punto! Ahora, como lo dice y lo repite, respetuoso de la
legalidad internacional y de las decisiones justas y pertinentes de la ONU,
Marruecos debe abrir una nueva era de relaciones con, primero el secretario
general y luego con los países que, introducidos en el error, se alzaron
gratuitamente contra nosotros.
Las
victorias diplomáticas se revalorizan, no se desperdician.
Comentarios
Publicar un comentario