Estamos a 25 de abril. Hoy comienza (ha comenzado ya por la diferencia
horaria) una nueva semana en el Consejo de seguridad que tiene ante si el
Informe del Secretario general de la ONU sobre el Sahara.
Todos sabemos la inquietante dimensión que ha tomado el asunto, debido
esencialmente a la, cuando menos incomprensible forma de ser y manera de actuar
del Sr. Ki-moon, quien ignorando su estatuto de Secretario general del
organismo mundial y pisoteando la confianza de la comunidad internacional que
lo puso y mantiene donde está, ha hecho de un tema de la ONU un asunto
personal.
Primero admite que ignora el expediente, luego se disculpa por las palabras
proferidas sin conocer lo que significaban y ahora, debido a un discurso real
en Riad durante la Cumbre entre Marruecos y el CCG, se precipita sobre el cajón
de su despacho, saca los apuntes anotados durante su reciente gira por la
región y el borrador de su informe, se olvida de todas las reglas y todos los
usos y costumbres en las relaciones internacionales y manda todo al Consejo de
seguridad.
Todo esto nos inquieta. Pero también nos inquieta este silencio fúnebre de
las autoridades marroquíes que no acaban de aclarar la situación.
A excepción de un escueta declaración de nuestro representante permanente
ante la ONU, Omar Hilal a la MAP y otra, tampoco muy extensa de la ministra
M’Barka Bouaida no hemos vuelto a saber dónde estamos, a qué debemos esperar y
qué es lo que se hace.
“No news is good news” (no noticias es buenas
noticias). Lo esperamos de verás, pero también esperamos no tener que recurrir,
como siempre a “otras” fuentes” en las que encontramos, muy a menudo muchas
decepciones.
En todo
caso, digamos que la tranquilidad y la serenidad de los responsables marroquíes
inspiran confianza.
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