Todos los países árabes, unos más que otros, a través de sus órganos
de prensa o simplemente en declaraciones de sus responsables saludan hoy lo que
consideran “un discurso histórico” que analiza objetiva, serena y acertadamente
los peligros y las amenazas que acechan a Marruecos y a todo el mundo árabe,
esbozando las nuevas orientaciones geopolíticas de Marruecos y las que deben
prevalecer, desde ahora en adelante en el mundo árabe.
Y es normal. Hasta en el Consejo de gobierno de hoy (jueves 21-4) el
jefe del gobierno y el gabinete en pleno han saludado la clarividencia geopolítica
del soberano su
intuición política, su lucidez visionaria, y su talento de gran
estadista.
Se fue, hablo y convenció…
Ni acusaciones gratuitas, ni por ni contra… directamente al grano, el
rey Mohamed VI pronuncio ayer en Riad con motivo de la Cumbre Marruecos/CCG un
discurso-lección para todos. Se trataba de la manera más civilizada, real y
realista de asumir la responsabilidad colectiva para hace frente a un ocaso que
todos sienten pero del que nadie se queja.
Fue él. Tuvo que sé: el rey de Marruecos para que se sepa aquí y allí
que no se puede permanecer callado toda la vida. To be or not to be. Ser o no ser. Por ello el mundo
árabe y con él todo el mundo, incluidos muchos adversarios del reino han
descubierto un dirigente árabe y musulmán con las excepcionales cualidades que
se creía desaparecidas para siempre: ideas claras, pertinentes, exhaustivas,
acertadas y directas… quizás, incluso tan directas que, para muchos, al
comienzo parecían surrealista en un mundo árabe surrealista, en una
circunstancia y coyuntura surrealistas.
El discurso de la razón. El mapa de ruta para hacer frente a las
devastadoras réplicas de la no menos devastadora “Primavera árabe”.
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