La crisis con el secretario
general de la ONU no es màs que la cara visible del Iceberg diplomático. La
invisible o por lo menos la que algunos no quieren ver o a los que no aparece
es la rabiosa ofensiva anti-marroquí en Estados Unidos, España y en muchos
países de América Latina.
Una de cal y mil de arenas…
Desde hace días (desde el
comienzo de la crisis con el Sr. Ki-moon) Argelia, arrastrando a sus domésticos
polisaristas recorre con lo que le queda de medíoslos países del mundo,
creyendo que podría ser el “sprint” final.
Pese a mal informados (mal
considerados), los marroquíes quisiéramos entender que nuestra diplomacia obra
de manera “diplomática y no técnica”. Pero, su recurso a medios tradicionales,
cuando no folklóricos (partidos políticos y no ruedas de prensa como en todo el
mundo) complica nuestra tarea de comprender y menos de actuar.
En todo el mundo en la
diplomacia hay lados confidenciales y lados condenadamente públicos. Lo que no
existe ni haya existido nunca es exclusivamente lados confidenciales.
Marruecos cuenta con apreciables
recursos asociativos y con importantes celebridades en el mundo de la cultura y
de la información. El país es de todos y no de los que creen pensar màs o
mejor. Y hasta ahora, fue gracias a estas celebridades y a la sociedad civil marroquí
como se ha enfrentado a la avalancha informativa anti-marroquí al amparo del
conocimiento o de la consideración de los responsables de la política exterior
del reino.
Porque no se trata de hacer compartir
la responsabilidad de algo, sino de invitar a todos para tomar con ciencia del
momento y de sus posibles desarrollos. Para ello, aunque ellos no lo creen,
todos somos necesarios, para no decir indispensables.
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