Que digan lo que
quieran, pero el mundo de mañana, a pesar de los pesares, no va a ser un mundo
de misiles, sino de dialogo y de concertación.
Si. Después de la
tormenta, como reza el título, vendrá la calma. Después de las, primera y
segunda guerras mundiales, la guerra fría y la paz caliente, el terrorismo
confesional constituye en esto el último episodio y el último eslabón de una
era en que políticas ofensivas eclipsaron las defensivas. Los primeros indicios
ya se dejan entrever: los fabricantes de armas se inquietan y su nerviosismo aparece
explícitamente en los focos de tensión en el mundo, como en Siria, donde el
flujo armamentista se ha multiplicado en, por lo menos, 5 y donde en Ginebra
los esfuerzos para desbaratar el proceso reconciliador son màs que evidentes:
cada vez que se da un paso hacia adelante vienen instrucciones de otros países para
volver a dar 10 atrás.
Si. En efecto,
muchos países están en peligro de…paz.
Algunos países de la ex URSS que se especializaron en la fabricación y exportación
de armas ven sombrías sus perspectivas económicas y de desarrollo: la gente no
debe cansarse de la guerra… de la muerte… de la destrucción. Dentro de poco asistiremos
a anuncios publicitarios en algunas televisión es de Occidente que ponen de relieve
los “encantos” del caos y de la tragedia.
Un mundo sin
armas… sin odio y sin venganzas. Un mundo de amor y de solidaridad… un mundo
que asusta… a muchos. Màs del 35% de los presupuestos occidentales se elaboran
en función del desarrollo y la venta de armas a los tercermundistas que, de
ninguna manera, deben descubrir las virtudes del dialogo y de zanjar las
divergencias a través de medios pacíficos.
Los apoyos con
contrapartidas y las alianzas con concesiones. El mundo necesita un insomnio
para dormir y olvidar sus guerras, su barbarie y su ingenuidad.
Ojalá que mañana sea
de dialogo y no de guerra y que los que cantan himnos a la violencia no tengan
su sitio en aquél mundo mejor.
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