Quizás entre las màs abstractas (para no calificarlas de otra forma)
excusas o mal entendimientos de Ban Ki-moon en su nota de explicación de su, no
menos, abstracta conducta en los campamentos argelinos de Tinduf esta:
“He sido emocionado y triste ante las difíciles condiciones en las que
viven hombres, mujeres y niños desde hace 40 años”.
Es la primera vez que lo constata y también y es inconcebible, la
primera vez que lo “denuncia”…mal…muy mal.
Personalmente estoy en contra de toda estrategia que privilegiara la
escalada con un Secretario general de Naciones Unidas, pero tampoco puedo estar
al lado de quien da mil vueltas para llamar al pan, pan y a la verdad, otra
cosa.
Sin ser Secretario general ni particular, yo he denunciado el estado
vegetativo de la pobre población (algunos de ella saharauis) de los campamentos
de Tinduf, pero Argelia y su Polisario lo quieren así: pobres, hambrientos,
humillados y resignados, esperando visitas organizadas para hacer gala de su
desgracia y de su miseria… si no ¿Cómo se puede ir mendigando por allí?
El Sr. Ki-moon no ha preguntado por donde pasa la ayuda humanitaria
del organismo mundial y de mil asociaciones u corporativos engañados, ni por
qué Argelia, padrino y tutor de la milicia del Polisario no invirtió absolutamente
nada durante sus años de gloria (cuando el precio del barril giraba en torno a
los 150 dólares) y por qué exhibe el desastre y la fatalidad, creados por ella
misma y exportados a fines lucrativos y geopolíticos.
Ban KI-moon lo debía ser. Ban Ki-moon lo sabe pero no lo denuncia y no
es una cualidad de un Secretario general de la ONU ni de nada. Que venga a
Layun, Smara o Dajla y que vea el milagro del desarrollo, el verdadero cariño de
un país a sus hijos y la auténtica solidaridad de todo un pueblo con sus
hermanos saharauis.
40 anos… un poco màs y, de seguir la obstinación argelina y de sus
domésticos del Polisario quedarán otros 40, 50 100 o 100 años. Es
responsabilidad única y exclusivamente de Argelia que a sangre y fuego mantiene
en un estado inhumano a toda una población para exhibirla a sus “visitantes” y
llevarse el precio de las ayudas humanitarias.
Ban Ki-moon lo debe saber. Ban Ki-moon, estoy persuadido, lo sabe y no
lo denuncia. Sabe también que cerca…muy cerca está el país con la sombra fresca…
y los brazos abiertos par en par a fin de hacer olvidar los larguísimos años de
dolor e infortunio y recuperar todo instante de felicidad y de bienestar.
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