Todo el mundo está de acuerdo o casi
en que cualquier intervención territorial en Siria sin acuerdo de su gobierno desembocaría
en una desestabilización general de la región. Y todo el mundo o casi está de
acuerdo en que esto podría disparar los precios del barril del crudo, de donde países
como Qatar se suma a los que instan a Estados Unidos (porque solos no pueden) a
emprender una acción en este sentido.
El drama de unos que hace la
prosperidad de otros… solo que los intereses de la mayoría de las
multinacionales petroleras estadounidenses no son exactamente los de algunos países
del Golfo menos aun de Turquía cuya política anti-siria le está costando la
hipoteca de su futuro y gran parte de su presente y no corresponde, como lo dejó
claro el primer ministro egipcio ayer al proclamar en voz alta y en mayúscula que
“la única solución al problema sirio está y debe estar entre las exclusivas
manos del Enviado especial del Secretario general de la ONU, De Mistura”, a los
de la inmensa mayoría de los países árabes.
Queda Israel, que sin problemas en sus
vecinos árabes y sin el incondicional apoyo de sus “aliados” occidentales, se vería
condenada a la desaparición.
¿Hasta qué punto, Estados Unidos puede
aventurarse con sus satélites en Siria?
Difícilmente se puede responder de
manera categórica. Lo cierto y habida cuenta de las contradictorias
declaraciones e incluso de posturas de su secretario de Estado, es que su vacilación
solo se puede explicar por el mero hecho de que se ha encontrado entre la pared
y la espada.
Pero, ni EEUU ni Rusia ni nadie en la
UE puede contemplar una hazaña cuyas consecuencias podrían acabar con la
estabilidad de los que, hasta ahora, son sus gallinas de huevos de oro.
Ni guerra ni paz. Una y otra son
interpretadas diferentemente por Washington y Moscú y entre las diferentes interpretaciones
de unos y otros, miles de sirios mueren o se ven reducidos victimas de las
atrocidades y a blancos y dianas de los grupos terroristas alimentados y
mantenidos justamente por quien reclama ahora una intervención terrestre.
No obstante, los que alucinaron con la
ofensiva terrestre contaban con el probable “beneplácito” de Irán y Rusia por
obvias razones de lo que podría significar un precio de más de 100 dólares el
barril para ambos.
Se volvería al comienzo aunque, para Moscú,
Siria es mucho más que una apuesta geoestratégica. Es, para decirlo de alguna
manera, una razón existencial. En cuanto a Teherán nunca había traicionado a
sus aliados.
O sea: callejón sin salida…
atolladero.
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