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La cobardía de Daesh Ya solo puede matar a indefensos civiles
Más de 85 mártires
en la comarca de Damasco. Casi simultáneamente otros 45 mártires caían en el
barrio Zahra’a de Alepo. Todos son indefensos civiles. Los primeros a la salida
de las escuelas y los segundos en un zoco popular de aquella ciudad.
Niños,
mujeres, ancianos y menos viejos. Todos murieron sin saber por qué tanta
intolerancia, tanto odio y tanto rencor por un c rimen que nunca cometieron.
Evidentemente
esto ni ha conmovido a los autores ni a sus padrinos regionales e
internacionales.
¿Daesh u
otros Daeshes? ¡Qué más da! si lo cierto es que es todo… absolutamente todo
menos la religión e infinitamente menos, el Islam: religión de la misericordia,
de la justicia y de la equidad. ¿A quién se le ocurriría asesinar indiscriminadamente
a decenas de escolares y universitarios en paradas de autobús o a indefensos
ciudadanos en un mercado.
Se
equivocan los que le llaman “Estado islámico”.
Es justamente y nunca hubo ni entre los musulmanes ni entre sus detractores y
enemigos nadie más apostata e incrédulo que Daesh, sus comanditarios y sus
carne de canon.
Ángeles y
demonios. Más segundos que los primeros que añoran sus crímenes, sus
atrocidades y sus obras siniestras.
¿Este es
Daesh el invencible, según Occidente? El que mata a civiles desarmados, que
cree poder sembrar el pánico, que destruye templos y mezquitas que asesina los
fieles de todas las religiones.
La religión
es otra cosa. El Islam es literalmente el antónimo de Daesh y de sus
patrocinadores. El Islam es otra cosa, pero antes de comparecer ante la
justicia, lo van a ser tarde o temprano ante sus víctimas y los mártires a los
que Dios Ha Prometido el Paraíso.
Pero ni Damasco
es Paris ni Alepo Washington. Las víctimas del terrorismo obedecen a un orden
establecido por los precursores de este terrorismo.
Y que se le
pregunten a estos precursores como logran dormir tranquilamente si su
terrorismo no hará distinción entre sus victimas y sus victimarios (ellos).
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