Contábamos esta tarde aquí en
“conacentomarroqui” el llamamiento del presidente del partido opositor argelino
Reagrupación para la cultura y democracia por la reapertura de las fronteras
entre los dos países vecinos.
El reconciliador gesto de Mohssen
Bellabas no es el único que se ha dejado escuchar en el país vecino estos
últimos meses. Muchas otras voces de muchos otros políticos argelinos se han
pronunciado en este mismo sentido y es justamente un sentido común.
Efectivamente llevamos mucho tiempo
(desde 1994) fecha en que dos súbditos argelinos atetaran contar el hotel Atlas
Ansi en Marrakech, provocando la imposición del visado y la consiguiente
reacción argelina con el cierre de estas fronteras comunes).
No sería justo abstenerse a subrayar
que esta valentía moral e intelectual (política) de algunas voces de Argelia
no ha sido, hasta ahora, correspondida
por otros gestos por parte de la sociedad civil (o política) marroquí o por lo
menos no debidamente.
¡Qué más da! Si la ruptura abarca solo
los gobiernos y los gobernantes porque los pueblos seguimos hermanos como
siempre y para siempre. Por lo que los gestos como los del presidente de la RCD
argelino constituyen los gérmenes de un
ineludible retorno a la normalidad entre los dos países y la génesis de una
nueva era en el Magreb.
Lentamente… muy despacio y buena
letra, pero desde el corazón de los dos pueblos hermanos a pesar de mucha
suciedad entre las uñas y la carne, llámense Polisario, asociaciones de apoyo a
imaginarios pueblos y una multitud (no solo en Argelia o en España, sino
también en Marruecos) de los que no beneficia una reconciliación
argelino-marroquí.
Lo digo, porque y no es ninguna
coincidencia, porque en esto de sembrar la discordia entre hermanos no hay, no
puede haber coincidencia, desde que han comenzado estas voces de la nobleza y
de la fraternidad, otras del odio y del visceral rencor no solo a Marruecos,
sino a Argelia y sobre todo a los propios saharauis en Tinduf o en el Sahara
Occidental marroquí, se han movilizado, creyendo olvidado lo de la malversación
de la ayuda humanitaria en la que eran/son cómplices recordándose de los
campamentos de Tinduf, de “pueblos saharauis” y del niño muerto. Son la
suciedad entre las uñas y la carne de los marroquíes y de los argelinos.
Pero, representan, cada vez menos
peligro, porque hasta en los campamentos de Tinduf se ha dado cuenta de lo que
son y de sus viles finalidades.
Y porque no hay otra alternativa que
la de reconciliarse y caminar juntos y porque no hay otra solución que conjugar
los esfuerzos y aunar las capacidades y porque no hay otro camino que el de la
concordia, de la fraternidad y de la solidaridad, vamos a tener que despreciar
a estos intrusos que pretenden ayudar cuando, como pulgas venenosas, chupan la
sangre de todos en nombre de extrañas solidaridades y en nombre de enigmáticos valores
morales.
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