El Kremlin acaba de desmentir la
información de màs de un órgano de prensa que hablaba de “la presencia en Damasco
de un emisario del presidente Poutine para pedir al presidente sirio, Bachar
al-Assad renunciar””.
De hecho, no es la primera vez que
este tipo de rumores o de certezas circula en la prensa occidental,
particularmente americana.
Rumores, porque sin Bachar el Assad,
Rusia y su presiden te volverían al estatuto de antes de la crisis siria. Es decir: simple figurante de
un océano de posibilidades geopolíticas con efectos, impactos y consecuencias
directas e indirectas sobre, prácticamente todas las zonas cálidas del planeta,
incluidas las ex repúblicas soviéticas.
Rumores también porque Irán nunca se
lo permitiría ni a Rusia ni a nadie a menos que lo exigiera el propio Al Assad
y hasta en este caso, su substitución seria lo peor que podría su ceder a Siria
y a la región.
Rumores, por ultimo, porque fue Rusia
y su presidente Poutine los que “convencieron” o vencieron al presidente sirio
a resistir “porque ellos estarían allí”.
Cumplieron… y allí están para no irse
nunca… nunca.
Y… certezas. Rusia está en Siria porque no había otra
alternativa. Ni Bachar Al Assad ni los dignatarios de su régimen, muchos de los
Cuales estudiaron en Moscú y conocen a Rusia y su política
màs que a Sergueï
Lavrov dudan de que el Kremlin les vendería en la primera ocasión que se le presente.
Juego de intereses y orden de prioridades: hoy es Moscú
porque no hay o mejor dicho no hubo nadie màs y porque Irán prefiere el actual
estado de cosas que, con toda la seguridad del mundo, Rusia y su nomenclatura política
nunca podrían cambiar.
Siria, por lo tanto es mucho màs que un simple
reto geopolítico. Es el futuro de unos y el presente de otros y entre ambos hay
una diarrea de conceptos y “valores” de todo orden.
El reto sirio es, para unos y otros, como Canadá
Dry, que parece cerveza pero no lo es. Por ellos todos los problemas creados y
por crear, todas las acusaciones formuladas y por formular y todas las guerras
provocadas y por provocar no conducirían a ningún lado, pero todo el mundo se pregunta
o debe preguntarse: ¿Por qué tantos muertos, tanta destrucción, tanta
despilfarro de fondos, tanta hipocresía, tanta mentira, tanto apetito, tantas
apariencias y tantas metamorfosis?
Hoy, nadie parece querer o poder responder, pero mañana
todos serán obligados a responder y condenados a… confesar.
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