Las autoridades marroquíes competentes han
prohibido “toda manifestación no autorizada”. Lo que significa que toda petición
en este sentido se pasaría bajo una lupa. No violenta o violenta, nadie, nunca
logro determinar el carácter de una manifestación de los que se creen “víctimas
de una injusticia atroz”.
El país tiene cultura de manifestación y de
protesta. Marruecos figura entre el pelotón de cabeza de los países escenario
de protestas. Sin embargo, las actuales circunstancias son y se debe reconocer absolutamente
excepcional.
En Túnez había comenzado “la Primavera árabe”
que llevo al mundo árabe al caos y al desorden y en Túnez se está gestando otro
“Invierno árabe” que podría acabar con lo que aun es verde, comenzando, evidentemente
por los países vecinos: Marruecos y Argelia y hasta cierto punto Mauritania.
Para ello, bastaría una chispa para… y las chispas no brillan, desgraciadamente
por su ausencia en este Marruecos con un extraño gusto de oponerse.
Desde Libia hay muy malas noticias con serias
amenazas y “promesas” de Daesh de hacerse con todos los pozos de petróleo y
algunas acusaciones contra el jefe del ejercito nacional libio el “americano” Khalifa
Haftar de “simpatizar” con los radicales.
En Marruecos donde las manifestaciones han
comenzado antes incluso que Túnez y Argelia que, súbitamente fue contagiada por
su vecino tunecino, no faltarían los ingenuos que pensarían aprovechar el
momento para desestabilizar los gobiernos sin pensar en las nefastas
consecuencias de una generalización del “ejemplo” tunecino.
Ahora bien. El gobierno debe proponer nuevas
ideas, nuevas formulas y nuevas formas para zanjar las discrepancias sociales y
otras. Porque la mejor solución ante ka agitación y los agitadores es la
justicia social y el cumplimiento de las promesas electorales.
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