En una pequeña mezquita del
casco viejo de Tetuán, un anciano hacia tranquila y virtuosamente sus
abluciones cuando paso junto a él un joven, el cual se detuvo ante el anciano y
tras un instante de observación le dijo:
- Unos han subido a
la luna y tú aun haciendo abluciones.
- Efectivamente, le
contestó sin levantar su cabeza para verle, pero ellos suben a la luna y yo
hago abluciones, pero tu ¡imbécil! no haces ni una ni otra.
La respuesta del anciano tetuaní
se aplica perfectamente a algunos países árabes que ni aplican lo que ven en
los países que tratan de imitar ni son lo que deben auténticamente ser.
Un pie aquí y otro allá… y entre
ambos la visceral ambición de ser lo que suenan aunque a expensas de toda la nación
y sus justas causas como Palestina.
Palestina, porque el jefe de sus
servicios secretos acaba de reiterar que su entidad “tiene, cada vez más afinidades
de todo tipo con muchos países árabe”.
Inútil insistir en conocer estos
países o estas afinidades, porque nunca revelará ni los unos ni las otras y
todo el mundo sabe por qué.
¿De qué o quién tienen miedo los
que Israel tiene con ellos afinidades?
Probablemente de sus pueblos… de
sus tronos… o quizás de Dios, el Altísimo, que “Concede tregua pero nunca
Descuida”.
De la actual impotencia de toda
la nación, aunque se diga lo contrario, surge una pregunta: ¿A quién teme
Israel?
¿Debemos responder? No lo creo
porque es superfluo. Pero la pregunta tiene un sinónimo: ¿A quién no teme
Israel?
Comenzamos con una pequeña historia
y vamos a terminar con otra pequeña historia.
Eran los años 80, mi buen amigo
Ali Hassan comenzaba una nueva carrera en lo que entonces se llamaba Medi 1, la
estación de radio en Tánger que ahora cuenta con una cadena de televisión con
el mismo nombre más TV.
Durante un informativo que leían
dos, al co-locutor de Ali Hassan, se le ocurrió optar por un despacho de prensa
que anunciaba un “fuerte catarro” de Menahim Biguin, cortándole Ali Hassan, en
directo “ quizás porque el clima de Palestina ocupada no le conviene”.
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