A finales del
recién transcurrido 2015, el déficit comercial de Marruecos se ha aligerado de
35 000 millones de DH en relación al ano anterior. La ganancia proviene,
sobre todo de la baja de las facturas petroleras y alimentarias.
Una nota
positiva para la balanza comercial: el 2015 ha terminado con una tasa de cobertura de las importaciones
por las exportaciones de 58’5%. Se trata de el nuevo más elevado desde hace más de un decenio.
Según los
datos preliminares de la Oficina de Cambio, este resultado se explica también
por un retroceso de 5’6% de las compras y el alza de 6’7% de las ventas.
O sea: que el
valor de las exportaciones ha ganado cerca de 13500 millones de DH mientras que
la economía a la importación giraba en torno a 21 500 millones de DH. Unas
economías obtenidas, gracias esencialmente a la factura energética que ha sumergido
de 28% en relación al 2015.
Es evidentemente
la caída de los cursos de los productos petroleros que se ha traducido por el
salto de 61% de la importación del bruto.
Cifras entre
otras. Resultados entre otros. Todo apunta hacia el hecho de que la famosa
frase del mariscal Lyaute: “Gobernar en Marruecos es llover” se ha transformado
en “gobernar en Marruecos (y en el mundo) es bajar el precio del barril del
crudo”.
Una de cal,
muchas de arena los datos y las cifras de este comienzo del 2016 indican claramente
que la economía nacional està muy lejos de lo que muchos, por una u otra razón,
afirman y disfruta (hasta ahora) de una buena salud y de una buena gestión.
Falta, evidentemente saber (o adaptarlo) hasta qué punto esto puede o debe
contribuir al fortalecimiento del poder adquisitivo de los marroquíes de “a pie”.
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