… Y hablan de liderazgo del mundo musulmán. No solo
hablan, sino descaradamente disputan este añorado sueno de liderazgo que no existe y que no podría existir.
Paradójicamente los que acarician este metafórico
concepto son los que menos han hecho por las dificultades de este mundo islámico
y que más han contribuido y siguen contribuyendo a derramar la sangre musulmana.
Allí están los ya millones de refugiados y
desterrados sirios, iraquíes, yemenitas, libios y hasta egipcios y tunecinos
para impedírselo y para alzarse, junto con las millones de familias que
han perdido uno, dos, tres o más de sus
miembros, gracias a esta contribución de los que hoy disputan, el liderazgo del
mundo islámico, como espectro o espíritu acusador de todos los crímenes que se
han cometido.
De hecho, resulta cuando menos, incomprensible que
esta gente no supiera que con el estrépito de las armas no se escuchan las
acusaciones y que una vez calladas o acalladas estas armas, si se escucharán
las voces de los que irán saliendo de sus tumbas o de los escombros de lo que
eran sus hogares, abrazando a cadáveres de los que eran sus amados para dirigir
su dedo acusador a quien fue responsable de este mayor drama del mundo islámico
del siglo.
Y hablan de liderazgo para esto o aquello… sin vergüenza,
sin pudor ni escrúpulos.
¿Liderazgo de qué? ¿A caso necesitamos el liderazgo
de quien ha invertido miles de millones de dólares en la máquina de la muerte y
de la destrucción, sin sentir la menor compasión por los ríos de lagrimas y
montanas de penas y de tristezas que, ellos mismos han causad?
Y creen que son guías… que son lideres… que son
estatuas… de estiércol… que son lo que son, fueron y van a ser… que son los que todos los musulmanes
y todos los amantes de la paz y de la justicia conocen y valoran en su justa consideración.
No. No, señores en este mortalmente herido mundo musulmán
no necesitamos a líderes, sino a esparadrapos y vendajes para camuflar nuestras,
desde hace tiempo, gracias a ellos, incurables heridas
La historia no les absolverá…
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