Todo… absolutamente todo
el glorioso pasado de Marruecos era cuando Marruecos era árabe. Y toda… absolutamente
toda la degradación comenzó con la ocupación francesa y sobre todo, sobre todo
su siniestro legado cultural-político.
Personalmente no se si
los francófonos marroquíes lo saben o no o si no quieren saberlo. Lo cierto es
que no es fácil permanecer indiferente ante la cobertura de la prensa francófona
de Marruecos al atentado del ministro de turismo contra el Islam y contra las prerrogativas
del propio rey en tanto que Amir al-Muminin y sobre todo “protector de la religión”
( hami al milata ua eddine) y del gobierno en su calidad de responsable de que
se acate la Constitución
del país que estipula, recordémoslo, que “Marruecos es un país cuya religión es
el Islam” (¿O a caso también debemos enmendar esta constitución para adaptarla
a los deseos y antojos de Francia y sus agentes?
Despenalizar el
adulterio, contrariamente a los preceptos del Islam y del texto coránico,
despenalizar (una apología a la homosexualidad que hasta los homosexuales no se
atreven a exigir) y despenalizar la ruptura del ayuno voluntaria y públicamente
durante el sagrado mes de Ramadán constituyen un flagrante e inaceptable
atentado contra los fundamentos del Islam y sus enseñanzas.
Por ello, más que
acusar me pregunto ¿Dónde están las ligas de los Ulemas? O más racionalmente ¿Dónde
están los ulemas?
Si. Escribiré una, dos
y mil veces sobre este hiriente tema porque, por un lado soy marroquí, musulmán
y lo que no es poco original y auténtico y no rabo de Francia o de otro país
extranjero por otro.
Entre la libertad
colectiva e individual, mencionada y catalogada en el código penal que penaliza
los atentados contra el Islam y borrascosas reivindicaciones de “democracia”
sobre todo si son proferidas por alguien que cobra, gracias al contribuyente marroquí,
son dos cosas diametralmente distintas y distantes y totalmente diferentes.
De donde no se puede
esperar de un país cuyo paisanaje (y no cualquiera) escupe sobre sus valores sagrados que sea el
orgullo del otro paisanaje honrado y orgulloso de ser lo que es.
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