(Esglobal): Un mundo donde el terrorismo se propaga 18 noviembre 2015. Institute for Economics and Peace
En 2014 el número total de muertes por terrorismo se incrementó en un 80% en comparación con el año anterior. Este es el mayor incremento anual en los últimos 15 años. Desde el comienzo del siglo XXI, se ha multiplicado por más de nueve el número de muertes por terrorismo, pasando de 3.329 en 2000 a 32.658 en 2014.
El terrorismo sigue estando altamente concentrado, y la mayor parte
de la actividad se produce en solo cinco países: Irak, Nigeria,
Afganistán, Pakistán y Siria. Estos Estados reunieron el 78% de las
vidas perdidas en 2014 por esta causa. Aunque muy concentrado, el
terrorismo se está extendiendo a más países; el número de naciones que
sufrieron más de 500 muertes se elevó de 5 a 11, un aumento del 120%
respecto al año anterior. Los seis nuevos países con más de 500 víctimas
mortales son Somalia, Ucrania, Yemen, República Centroafricana, Sudán
del Sur y Camerún.
Mientras que la mayor parte de los Estados del mundo no sufrieron una
sola muerte por terrorismo, el número total de países que
experimentaron al menos una aumentó en ocho, elevando el total a 67 en
2014. Esto incluye a países de la OCDE como Austria, Australia, Bélgica,
Canadá y Francia, que experimentaron atentados terroristas de alto
perfil el año pasado.
También es notable en el último año la gran intensificación de la
amenaza terrorista en Nigeria. Esta nación fue testigo del mayor
crecimiento en muertes por terrorismo jamás registrado por ningún país:
aumentaron en más de un 300% hasta alcanzar las 7.512 víctimas. Boko
Haram, que opera principalmente en Nigeria, se ha convertido en el grupo
terrorista más mortífero del mundo. Esta organización prometió su
lealtad al Estado Islámico (también conocido como Daesh) como Provincia
de África Occidental del EI (ISWAP, en sus siglas en inglés) en marzo de
2015. Además, en Nigeria ha surgido otro grupo terrorista, los
militantes fulani, que asesinaron a 1.229 personas en 2014. El grupo fue
responsable de 63 muertes en el año anterior.
También se produjo un cambio en la distribución de objetivos durante
2014, con una disminución del 11% en el número de muertes de figuras
religiosas y fieles. Esto se vio compensado por un aumento del 172% en
muertes de ciudadanos.
La mayoría de las muertes por terrorismo no se producen en Occidente.
Si excluimos el 11 de septiembre, solo el 0,5% de todas las muertes se
han producido en países occidentales en los últimos 15 años. Occidente
ha sido señalado en relación a los países que el Estado Islámico ha
llamado a atacar. Eso incluye a EE UU, Canadá, Australia y los países
europeos.
El informe destaca la sorprendente prevalencia de los ataques de lobos solitarios
en Occidente. Este tipo de acciones representan el 70% de todas las
muertes terroristas producidas en Occidente desde 2006. Además, el
fundamentalismo islámico no fue el principal impulsor de los ataques de lobos solitarios:
un 80% de las muertes derivadas de esta clase de ataques en Occidente
son atribuidas a una mezcla de extremistas de derechas, nacionalistas,
elementos antigubernamentales, otros tipos de extremismo político y
supremacistas blancos.
El flujo de combatientes extranjeros hacia Irak y Siria continuó en
2014 y 2015. Las estimaciones actuales son que, desde 2011, entre 25.000
y 30.000 combatientes procedentes de 100 países diferentes han llegado a
territorio sirio e iraquí. El flujo de combatientes extranjeros sigue
siendo alto y las estimaciones sugieren que en el primer semestre de
2015 llegaron más de 7.000 nuevos reclutas. Esto pone de relieve que la
atracción de estos grupos yihadistas es todavía fuerte. Europa
es el origen del 21% de todos los combatientes extranjeros, mientras que
el 50% proviene de países vecinos de Oriente Medio y el Norte de África
(MENA).
Los conflictos con base en el Estado, junto con los altos niveles
de terrorismo, han sido la causa principal del flujo masivo de
refugiados y personas desplazadas. 10 de los 11 países con más de 500
muertes por terrorismo también tenían los niveles más altos de migración
de refugiados y desplazados internos del mundo. El conflicto sirio por
sí solo ha dado lugar a 4 millones de personas que han tenido que
emigrar más allá de sus fronteras, más otros 7 millones de desplazados
internos.
Reflejando este incremento más amplio en el terrorismo, los costes
económicos de la actividad terrorista también han aumentado de forma
espectacular. Los cálculos más conservadores del Instituto para la
Economía y la Paz (IEP) señalan que el coste económico del terrorismo
llegó en 2014 al nivel más alto jamás alcanzado al situarse en los
52.900 millones de dólares. Esto supone un aumento del 61% respecto al
año anterior y un aumento de 10 veces desde la cifra de 2000.
El análisis estadístico ha identificado dos factores que están
estrechamente asociados con la actividad terrorista: la violencia
política cometida por el Estado y la existencia de un conflicto armado
más amplio. La investigación concluye que el 92% de todos los ataques
terroristas producidos durante los últimos 25 años sucedieron en países
donde la violencia política auspiciada por el Estado era generalizada,
mientras que el 88% de los ataques ocurrieron en países involucrados en
conflictos violentos. El vínculo entre estos dos factores y el
terrorismo es tan fuerte que menos del 0,6% de todos las acciones
terroristas se han producido en países sin ningún conflicto activo o sin
alguna forma de terror político.
Al analizar las correlaciones del terrorismo entre los países más
ricos y los más pobres, se encontraron diferentes factores
estadísticamente significativos. En los países más ricos de la OCDE, los
factores socioeconómicos como el desempleo juvenil, la confianza en la
prensa, la creencia en la democracia, los delitos relacionados con las
drogas y la actitud hacia la inmigración son los más significativos
estadísticamente en correlación con el terrorismo. Esto pone de
manifiesto muchos de los motivos subyacentes de la radicalización y del
terrorismo de lobo solitario.
En países no pertenecientes a la OCDE, factores como la existencia de
antecedentes de una guerra, un conflicto activo en el interior del
país, la corrupción y un entorno empresarial débil están más fuertemente
correlacionados, reflejando las más amplias dinámicas basadas en grupos
que se ven en muchos países.
Otras correlaciones que son comunes a ambos grupos incluyen un menor
respeto de los derechos humanos, la existencia de políticas contra las
libertades religiosas, las quejas de comunidades, la inestabilidad
política y un menor respeto por la ONU o la UE.
Aunque los hallazgos presentados en este informe muestran un panorama
preocupante, es importante ponerlo en contexto respecto a otras formas
de violencia. Al menos 437.000 personas son asesinadas cada año, una
cifra más de 13 veces superior a la de víctimas del terrorismo.
La mayoría de las muertes por terrorismo en 2014 se produjeron en
tres países: Siria, Irak y Nigeria. Sin un acuerdo internacional sobre
el futuro del régimen de Bachar al Assad va a ser muy difícil combatir
eficazmente al Estado Islámico. Cualquier solución para el problema de
Daesh debe ser inclusiva respecto a la población suní y tener apoyo
regional, de lo contrario la violencia sectaria puede continuar durante
décadas. El terrorismo de Nigeria es más diverso, con dos grupos
principales: Boko Haram y los militantes fulani, que tienen objetivos y
motivaciones diferentes. El nuevo presidente, Muhammadu Buhari, general
retirado del Ejército nigeriano, ha hecho de la reducción de la
corrupción y la derrota de Boko Haram sus grandes prioridades. El nuevo
Gobierno aportará un cambio en el enfoque estratégico del país respecto a
estos grupos. Cualquier enfoque que busque tener éxito tendrá que hacer
frente eficazmente a los grupos terroristas y al mismo tiempo a las
causas subyacentes de conflicto en el país.
Las conclusiones de este informe ponen de relieve la creciente
intensidad y propagación de la actividad terrorista a nivel global y
apuntan a los elementos subyacentes clave que dan origen al terrorismo.
Comprender los factores asociados con los mayores niveles de terrorismo
es vital para dar forma a las políticas de lucha contra el extremismo
violento. Sin soluciones a las quejas o las causas subyacentes que
conducen al extremismo, luchar contra esta lacra será más difícil.
¿Cómo definimos terrorismo?
No existe una única definición aceptada internacionalmente de lo que
constituye terrorismo y abunda la literatura sobre este tema que
presenta distintas definiciones y tipologías. El Índice Global del
Terrorismo lo califica como “la amenaza o uso real de una fuerza ilegal y
de violencia por parte de un actor no estatal para alcanzar un objetivo
político, económico, religioso o social mediante el miedo, la coacción o
la intimidación”. Esta definición reconoce que el terrorismo no es solo
el acto físico de un ataque, sino también el impacto psicológico que
tiene en una sociedad durante muchos años después.
Con el fin de ser incluido como un incidente en el Índice el acto
tiene que ser un acto intencional de violencia o amenaza de violencia
por un actor no estatal. Esto significa que un incidente tiene que
cumplir tres criterios a fin de ser contabilizado como acto terrorista:
- Debe ser intencionado: resultado de un cálculo consciente por parte de un agresor.
- Debe implicar un cierto nivel de violencia o amenaza de violencia, incluyendo daños a la propiedad, así como violencia contra las personas.
- Los autores de los incidentes deben ser actores subnacionales. Esta base de datos no incluye actos de terrorismo de Estado.
Además de esta definición básica, deben cumplirse dos de los
siguientes tres criterios para ser incluido en la base de datos del
Consorcio Nacional para el Estudio del Terrorismo y las Respuestas al
Terrorismo (START) desde 1997:
- El acto violento fue dirigido a la consecución de un objetivo político, económico, religioso o social.
- El acto violento incluyó pruebas de una intención de coaccionar, intimidar o transmitir algún otro mensaje a un público más amplio que el de las víctimas inmediatas.
- El acto violento estaba fuera de los preceptos del derecho internacional humanitario.
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