Desde los criminales atentados de Paris el numero de actos islamofobos en
Francia y en muchos otros países europeos (e incluso occidentales) han conocido
un aumento absolutamente exorbitante, pero si me dijeran que es normal no me opondría.
Lo que más que anormal es también desorbitado es la ausencia, esta vez, de
las pocas voces de los pocos amantes de la paz y de la justicia que aun quedan
en occidente.
La lógica que se perseguía… pero esperemos que no haya reacción ni replica
ni respuesta… con lo que ello podría suponer en las actuales circunstancias.
No obstante, la buena voluntad y las buenas intenciones nos inducen a preguntar ¿Quién aprovecha de todo esto y quién no? O lo que podría ser igual ¿A quién podría beneficiar este agosto de los islamofobos y de los anti-árabes?
No obstante, la buena voluntad y las buenas intenciones nos inducen a preguntar ¿Quién aprovecha de todo esto y quién no? O lo que podría ser igual ¿A quién podría beneficiar este agosto de los islamofobos y de los anti-árabes?
No. ¡No, por Dios! Nos vamos a “arriesgarnos” a responder. Pero si,
puntualicemos, al que ha creado, protege y sigue velando por la protección del
terrorismo.
Pero esto ya lo hemos denunciado un millón de veces. Ahora urge la
imperiosa necesidad de obrar para que no termine la paciencia de las victimas
de la islamofobia y para que no nos hundamos en lo irreparable que es, de
cierta manera el objetivo y la finalidad de los que han concebido este monstruo
llamado “Dae’sh”.
Y es que la amenaza potencial no es solo las bandas terroristas en Siria y en Irak, sino también los terroristas islamofobos en Occidente.
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