Eso no ocurre más que
en Argelia: todo el mundo sabe, dentro de Argelia y fuera de ella, que el
presidente Abdelaziz Bouetflika está tan enfermo que es incapaz de hablar
normalmente, lo que le ha obligado a anular todos sus encuentros con todo el
mundo… bueno, todo el mundo salvo cuando se trata del Sahara Occidental marroquí.
Aquí el mandatario argelino es capaz de cruzar incluso los guantes con el campeón mundial de pesos pesados y lo ha demostrado siempre,
especialmente recientemente.
En efecto, el Sr.
Presidente (o su hermano: “the big brother”) vuelve a encontrar su salud (al Hamdulilah),
su rigor y hasta sus alucinaciones en torno a la integridad territorial de
Marruecos.
Tanto es así que
muchos en Argelia han comenzado a pensar que, desde ahora en adelante seria inútil
llevar al presidente y su silla de ruedas a Francia porque bastaría citarle el
Sahara marroquí y el presidente casi se pone de pie.
Para nosotros los marroquíes
agradecemos y alabamos a Dios que una de nuestras causas sirve y va a servir de
medicamento para el presidente del país vecino.
A raíz de la reciente
visita del rey Mohamed VI a Layun y el apoteósico éxito que ha cosechado así
como la verdadera imagen de la marroquinidad de estas provincias del sur y
especialmente de sus habitantes, el presidente de Argelia se ha precipitado a convocar
al “presidente” vitalicio de la banda del polisario, para públicamente “expresarle
el cacareado e incondicional apoyo de Argelia) y “off the record” para
preguntarle por tanta alegría y tanto regocijo que ha suscitado la visita real
al Sahara.
Mohamed Abdelaziz, según
fuentes concordantes en los campamentos argelinos de Tinduf, no ha encontrado
palabras para responder. El asunto quedó, de este modo, en suspense entre dos
enfermos.
Y luego, más
recientemente el Sr. Bouteflika ha tenido que tomar la “píldora” sahraui para
recuperar sus energías y su, según muchos, abstracta retórica para casi matar
de risa a su ilustre huésped, Christopher Ross, emisario especial de Ban
Ki-moon al Sahara.
¿Y por qué no? Si el
Sahara Occidental marroquí sirve de medicamento para el presidente de Argelia,
pues mejor…
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