A raiz de los atentados de Paris el viernes pasado, el Movimiento ciudadano
Damir ha publicado un comunicado en el que lanza un llamamiento a endurecer las posiciones de unos y otros, en
Marruecos y fuera de él, contra los “bastiones de esta violencia en el seno
mismo de los países de exportación de los terroristas o los que les aportan su
apoyo”, pero también en Marruecos, donde el movimiento “responsabiliza por su silencio
observado frente a la manera de actuar de los Chiukhs de los pensamientos
radicales que instan a la violencia, a la excomunión y al asesinato sin que la
justicia se interesara por sus casos”.
Es verdad… pero verdad a medias.
Efectivamente ni en Marruecos ni en cualquier parte del mundo musulmán (de
hecho Maruecos es el que más hace contra este pensamiento radical) se hace o se
haya hecho lo suficiente contra este flagelo.
No obstante, ni Francia y su presidente ni Estados Unidos y sus aliados ni
el resto de sus agentes, satélites y domésticos regionales o extra regionales
ignoran quién es el principal exportador del pensamiento extremista y mortífero.
Peor aun les venden armas, que en su gran parte va a parar, junto a las que
EEUU y la OTAN
pretenden proporcionar a su “oposición moderada” entre las manos de “Dae’sh”. Ayuda
directa y otra a través de intermediarios. Ni una ni otra ha sido denunciada.
Tampoco la obstinación del presidente Hollande, quien sin mandato ni procuración
del pueblo sirio se presenta como su único y legitimo representante (o tutor)
para imponerle el prototipo de presidente que él desea o que mejor le pueda
servir.
De hecho voces francesas autorizadas afirman desde el viernes pasado que
Francia ha dejado de ser lo que era (o sea que la ha convertido el Sr. Hollande
en una Francia de pandereta) gracias a sus confusas posiciones y a su obstinada
forma de alejarla de la neutralidad y de la no alineación en conflictos internacionales.
Si hasta movimientos ciudadanos se ocultan detrás de consideración políticas
no iremos a ningún lado.
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