El líder del partido laborista británico acaba de soltar una de estas “ideas” geniales británicas: “Las incursiones en Siria no pueden ser la solución”.
La solución, eso si, no la ha “revelado”, pero
tampoco hacía falta porque es un secreto de Polichinela a menos que el nuevo
“líder” apuntara hacia la creación de otra entidad sionista.
Siendo su país el creador de Israel y siendo su país
uno de la trilogía que destrozo Irak, asesinando a más de 4 millones de sus
inocentes e indefensos habitantes en nombre de una armas de destrucción masiva
que nunca habían existido y siendo uno de los que habían comenzado la actual
guerra contra los pueblos sirio e iraquí, no sería muy difícil imaginar la
“solución” que preconizaría el jefe del
“Labbour” como si no bastara que durante 5 años se ensayaran todas las
armas y se matara a todas las
confesiones.
Pero el problema va más allá de “visiones’, “ideas”
y “planes”. El problema o quizás la solución estriba en la emergencia de una
falsa concepción entre los árabes que consiste en que: “Gracias a Dios está
Rusia”. Y es que, lo que no gusta a Occidente y a sus marionetas regionales,
debe ser lo justo y lo acertado.
¿Verdad o simple alucinación?
A falta de pan, buenas son las tortas y el tuerto
ruso es el mejor zen el mundo de los ciegos. ¿Qué hubiera sido de Irak y de
Siria, sin Rusia?
Tampoco esta vea es indispensable responder. Muy a
menudo, en la historia de la civilización los héroes son obra de los errores de
muchos o, cuando menos, como es el caso de Oriente Medio, de las desatinadas
políticas de los que, en principio no debían equivocarse.
Total: Han hecho del lobo, un pastor y al rebaño
simples ingenuos que acabaron por olvidar sus intereses.
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