Desde ha comenzado la ofensiva casi planetaria contra Siria con todos los medios
(legales e ilegales) no parece que algunos, sobre todo franceses han logrado
comprender o tienen facultad de comprender que el destino de Bachar el Assad no
está entre las manos ni de Estados Unidos ni de Rusia, menos aun de Turquía,
Francia, Reino Unido o los satélites regionales.
El presidente sirio y su futuro (y presente) incumbe única y exclusivamente
al pueblo sirio que, dicho sea de paso (repitámoslo de nievo) no ha dado
ninguna procuración a nadie a hablar y
menos aun a decidir de su futuro en su nombre. Tampoco hay mandatario alguno de
Naciones Unidas.
Hubiera podido ser un noble gesto que Bachar Al Assad decidiera irse para paliar
las enormes perdidas en vidas humanas y en infraestructura del país. Pero hubiese
podido ser, más que escandaloso, un precedente para que un puñado de países
movidos por estrechos intereses económicos y geopolíticos y ávidos de hegemonía
y de expansión dictaran sus leyes y sus condiciones a estados independientes y
soberanos.
En todo caso, el problema en Siria y en Irak, para Occidente, liderado por
Estados Unidos no es el terrorismo ni la lucha contra este flagelo, sino el
modo y la manera de derrocar los regimenes, lo que pudiera permitir la ocupación
del primero y la reocupación del segundo.
Lo grave en el asunto es que ni EEUU ni sus aliados ni sus satélites
calculan en su debido valor el fuego con que juegan. Desde el comienzo la solución
en Siria estaba al alcance de la mano: elecciones, referéndum o negociaciones
entre todos (los sirios) para encontrar un desenlace al atolladero. Pero
resulta que EEUU, su “Dae’sh” y sus aliados no cuentan con el pueblo sirio,
sino con decenas de miles de mercenarios, chechenios, bosnios, magrebies, del
Golfo, pakistaníes, afganos etc. que no pueden formar parte de la solución
porque son, en si mismos, el problema, el verdadero y el único problema.
En Viena, tanto Rusia como EEUU han decidido explorar nuevas vías de solución.
Para ello se debía prescindir de los europeos (Francia y el Reino Unido sobre
todo de la primera cuyo apetito es desproporcionad con su envergadura mundial).
De hecho, contrariamente a lo que se ha declarado, en ningún momento se trataba
del destino del presidente sirio ni del papel que pudiera jugar Irán en esta solución
“new look”.
En síntesis, en Viena, al descartar a Francia y el RU se ha dado un enorme se ha dado un enorme constructivo paso hacia una paz en Siria y en
Oriente Medio.
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