Los ministros de exteriores de
Marruecos, Salahedine Mezouar y de Suecia, Margot Wallstrom se reunieron para
encontrar un desenlace al comienzo de crisis entre sus ambos países. Era ayer (martes
29-9) en Nueva York al margen del 70 periodo de sesiones de la Asamblea general de
Naciones Unidas.
Un encuentro que interviene
tras la reunión de crisis que celebró el lunes pasado en Rabat el Jefe del
Gobierno, Abdelilah Benkiran con los partidos políticos respecto al proyecto de
ley sueco tendente a reconocer la otra republica argelina o argelinizada (“RASD”).
Se trataba del primer contacto
oficial entre Rabat y Estocolmo, a raíz de la respuesta de Marruecos al
proyecto sueco de atentado contra su integridad territorial.
Del encuentro de los dos
cancilleres, como ya va siendo habitual en la gestión de la comunicación del
Sr. Mezouar y sus próximos colaboradores, nada ha trascendido a pesar de que,
representados por su gobierno y sus fuerzas políticas, todos los marroquíes tienen su mirada y su intención
fija en el desarrollo de este grave sobresalto ya que son ellos los que van a
tener que solución arlo todo.
Lo decimos porque, como escribíamos
esta mañana en nuestra crónica “Buenos días Marruecos” el nuevo proyecto de ley sueco sobre el Sahara
Occidental marroquí constituye una flagrante e inexplicable con tradición con
la posición tradicional de Suecia respecto a esta cuestión expresada y
reiterada no hace mucho aquí mismo en Rabat por Per Westerberg miembro del
Partido de Reagrupación (moderado) y ex presidente de la Diéte (Parlamento sueco)
nacional del 2006 hasta el 2014.
Per Westerberg, ex presidente del Parlamento sueco
En la actual coyuntura de las
relaciones con Suecia urge recordar esta posición. O sea: ¿Por qué Suecia no reconoce
y no puede atentar contra su propia credibilidad y su propia coherencia en
materia de política exterior?:
“Porque no cumple (“RASD”) con
ninguna de las tres condiciones necesarias a su reconocimiento. Es decir: Un territorio,
un pueblo y un poder efectivo”.
Evidentemente esto era en el 2014, con otro color político en la alta magistratura
sueca y probablemente incluso con nuevas concepciones en política exterior del país.
No obstante, los fundamentos del problema siguen inalterables. Los mismos: Los
que se contempla “reconocer” siguen sin territorio (vegetan en Tinduf que es,
hasta ahora, argelina), siguen sin
pueblo (porque estamos ante poblaciones heterogéneas procedentes de los países
vecinos y no del Sahara Occidental marroquí) y finalmente sigue sin un poder
efectivo, a menos que consideramos los servicios de inteligencia militar
argelinos como poder efectivo.
O sea que los argumentos no faltan…. Desgraciadamente los errores (de
Marruecos) tampoco. Pero no por ello o a causa de ello se debe castigar tan cruelmente
a todos un pueblo.
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