Un refrán árabe dice: “se quedó
mudo durante un periodo y cuando hablo, pronunció una blasfemia”.
El refrán se aplica perfectamente
a algunos periodistas marroquíes, algunos incluso editores, que desde el triste
drama de Mina no han dicho esta boca es mía, limitándose algunos a recopilar
informaciones fragmentarias sin absolutamente ninguna ayuda a las 87 familias
de los peregrinos fallecidos en la avalancha de Mina ni al resto de las
familias de los peregrinos que, durante 3 días buscaban en otras fuentes y en
otras prensas mas serias y más consecuentes.
3 días después pues, nos
“obsequian” con un humor negro digno de desprecio y de repugnancia,
confundiendo entre el triste destino de los mártires caídos allí en aquella
tierra sagrada en un acto sagrado y por una causa noble, justa y beneficiosa y
un humor desplazado, torpe e hiriente.
De tal modo que hubiera sido
mejor que se quedaran mudos. Era mil veces mejor y es que a veces, resulta
infinitamente mejor no estar debidamente
bien informado que estarlo a través de “cachondos” que mueven y remueven el
cuchillo en la herida de quienes sufren aun.
No. No producen ninguna risa,
sino estupor por tan pesada osadía ni admiración porque no hay nada que admirar
en quien escupe descaradamente contra la inteligencia, el dolor y la aflicción
de centenares de familias y de todos los musulmanes en general.
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