Estimando que no posee los
criterios de una lengua de aprendizaje, el Consejo Superior de la Educación no ha estimado
conveniente retener, en sus trabajos, la enseñanza del dialecto marroquí
(Dariya).
Otra controversia, enarbolada
por algunos francófonos del país a capa y espada, zanjada.
Y es verdad porque al hablar
de la “Dariya” o dialecto, los detractores del árabe clásico emiten el
crucigrama de que no se trata de un dialecto, sino de una multitud.
¿De qué daríya hablan?
La inmensa mayoría de las
mujeres tetuaníes o norteñas en general (porque aquello no está hecho para todo
el mundo) no comprenden las telenovelas turcas dobladas (remplazadas) en
dialecto árabe marroquí (dariya).
No. En este país, como en la mayoría
de los países del mundo no hablamos el mismo dialecto y, de ninguna manera,
seria legitimo imponer a los demás un dialecto nunca hablaron y que no les gustaría
hablar, tanto más que ni él ni los demás reúne las condiciones de una le agua de
aprendizaje como lo señala atinadamente el Consejo Superior de Educación.
En otro orden de ideas, por
obvias razones los que defendían la utopía del aprendizaje de la “dariya” en Marruecos
tenían sus razones y motivos absolutamente personales y que han demostrado en más
de una ocasión y de diferente manera a qué tienden con su abstracta exigencia.
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