“En el futuro de Siria el presidente Bachar Al
Assad no debe figurar”. No. No lo dijo el pueblo sirio, sino el presidente
francés, François Hollande quien, sin procuración de los sirios ni en nombre de
ningún voto, substituye a la voluntad popular de los sirios, usurpando su expresión
e imponiendo quién debe quedarse y quién debe irse, por poco iba a proponer al
sionista Bernard Henry-Lévy para presidente de la etapa de transición en Siria si
es que va a haber una.
En todo caso, desde hace meses, Rusia, pero
también muchos satélites regionales de Estados Unidos dan signos de convicción de
que la mejor solución seria elecciones presidenciales bajo auspicios de
Naciones Unidas para dar cuerpo a la opción política del pueblo sirio y para,
sino acabar con el ciclo de la extrema violencia y destrucción al que Francia y
más concretamente Hollande han contribuido y siguen contribuyendo en gran
medida, por lo menos paliar las divergencias y reducir el número de adversarios
y contrincantes, lo que permitiría la apertura de un dialogo con vistas a una
verdadera solución política en la que el pueblo sirio y solo el pueblo sirio debe
ser amo y señor de su destino. Si opta por el cambio, la comunidad
internacional, incluidos los aliados del actual régimen sirio velaría a concretar
esta voluntad de cambio al frente del Estado y de sus instituciones en caso de
elecciones legislativas.
Ningún mandatario, desde el Shah de Irán hasta el
egipcio Husni Mubarak, pasando por el coronel Ghaddafi, el tunecino Ben Ali y
el yemenita Ali Saleh, pudo resistir a la expresión popular. Ninguno de ellos
pudo resistir más de un mes… porque era realmente la voluntad popular y con la
voluntad popular no hay represión que valga.
Ahora bien, cuando alguien como el presidente
Hollande, el más impopular de la historia de los presidentes franceses, pone,
sin que nadie le haya conferido este derecho ni nadie le ha solicitado esta delegación,
ignorando que bueno o malo el actual régimen en Damasco es miembro a parte
entera de Naciones Unidas hasta nueva orden, condiciones y evaluaciones en función
de sus intereses, la ecuación toma la dimensión de la negativa y de la
intransigencia.
En el panorama conflictivo sirio, el régimen es
el único que tiene un pueblo e instituciones. Los demás, son milicias y
oposiciones exclusivamente militares y con medios de otros paises.
Afortunadamente, como sucedió recientemente durante
las negociaciones sobre el expediente nuclear iraní y la consiguiente visita
del canciller galo Laurent Fabius a Teherán, hoy por hoy Francia no tiene ningún
papel a jugar en Oriente Medio. Nadie la necesita ni a sus valoraciones políticas
o de otro orden.
El presidente francés piensa desde ahora en la
etapa de reconstrucción de Siria en la que, debido a su nefasto papel, ni Francia
ni sus empresas no se verán asociadas.
Pero la historia de Oriente Medio, como quedo
demostrado durante la llamada “Primavera árabe” no depende de ningún factor foráneo
y ahora, con la emergencia de nuevas potencias regionales, difícilmente Francia
y su presidente pueden aconsejar, mucho menos imponer.
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