¿En cuánto se puede estimar el porcentaje de los marroquíes
en edad de votar y no tienen ni “zorra” idea del partido y del candidato por
los que van a votar?
No es fácil una respuesta exacta ni aproximativa. Pero,
eso si, nadie puede ignorar que es alto… quizás incluso exagerada y
vergonzosamente alto.
Exageradamente porque Marruecos se merece más y mejor y
porque los honestos de este país, los no enchufados, los no apoyados, los que
no tienen ni hayan tenido nunca privilegio alguno, los que “encajan” en países donde
se prefabrica elites y liderazgos, los verdaderamente cultos anhelan a ver los
frutos de su largo e infatigable esfuerzo y combate por algo mejor que “esto”.
Vergonzosamente porque se debe entender que se trata de
un desafío al sentido común, un insulto a la inteligencia del votante
comprometido con la democracia y la transparencia y una manera como cualquier
otra de escupir sobre el proceso democrático que es tarea de todos y no de los
que tienen o mandan más.
A pocos días del escrutinio no nos cansemos de poner
nuestro grano de arena en lo que el rey del país dijo que “van a ser decisivas para
el futuro del país” y para no arrepentirse de haber votado por la impostura.
Que no nos arrepintamos… para no quejarnos porque hemos
hecho la mala opción… porque nos hayan engañado como nos habían engañado… y
porque no supimos distinguir el buen grano del mal grano.
Demos nuestro voto a quien lo merece. Su voto puede cambiar
el destino de su comuna y de… su país.
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